sábado, 13 de abril de 2024

Fanáticos

Los fanáticos han vendido su libertad por un plato de lentejas de poder o de sentido.
Incapaces de forjar un destino por sí mismos, y timoratos para primar la lealtad a su propio criterio, se embeben de la doctrina rudimentaria y mesiánica de los tratantes de ideologías, los inventores de pasados gloriosos o futuros grandilocuentes. Llenan su vacío personal con cantares de gesta, que les infunden la ilusión de formar parte de un destino vicario, ya que les falta imaginación, instinto crítico o sentido común para escribir el propio. 
Son verdaderos autómatas, que entran en trance a una palmada del gurú. Quien dice una palmada dice una bandera raída o un grial de hojalata, o simplemente el nombre de la Ítaca que se les ha prometido tras las brumas cenicientas de la vida cotidiana. Son seres programados, que actúan invariablemente respondiendo al guion en el que se les involucró. 
Al deshumanizarse dejan de ver a los demás como personas, salvo que formen parte de su manada. Todo lo que quede fuera de lo suyo es un extraño; todo lo que oponga resistencia a su avance de sonámbulos, es enemigo. Menos que enemigo: queda reducido a objeto, sin dignidad ni derechos. Por eso odian a quien no comulga con su delirio, y le aplastan sin pestañear. El fanatismo es miope, cobarde y cruel.

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