Amor y creación

Robert Johnson tiene razón: no nos enamoramos porque el otro sea especial, sino que lo hacemos especial al enamorarnos..

Los ojos del amor van fecundando el mundo, cubriéndolo de prados floridos. El amor nos inspira para revelar lo mejor del otro, y esa epifanía le invita, a su vez, a sacar lo mejor de sí mismo. 

Amar nos convierte en creadores de mundos, en artífices de belleza. Al amar somos artistas que hacen brotar colores insospechados y fragancias exquisitas. Al enamorarnos de alguien nos enamoramos del mundo entero, de la vida misma. Nos ungimos de una fe que transforma la realidad en su mejor versión. Como dice Francesco Alberoni, nos convertimos en poetas. 

Alberoni también afirma que amamos porque necesitamos amar. No es el amor el que nos atrapa, somos nosotros los que lo convocamos. El amor es fundacional: si en algo quedamos atrapados es en la fascinación por su belleza, en sus presagios de alegría. Nos quedamos tan prendados de nuestro embeleso que solo ansiamos prolongarlo. Y es tan grande nuestro regalo a la vida que no podemos concebir que ella no nos responda. Pero la vida no se debe a nuestros sueños, y el amor decepcionado corre el peligro de encerrarse a cal y canto a lamer sus heridas.