martes, 21 de junio de 2022

Maquiavelo

Es tópico viejo considerar el legado de Maquiavelo como un compendio de sordidez astuta y perversión desalmada. Sin embargo, una lectura sin prejuicios de la obra del italiano nos revela una mente lúcida, cargada de sentido común, un espíritu pragmático, incisivo conocedor de la naturaleza humana, entregado al objetivo superior de que el Estado funcione. Sus consejos son tan lúcidos que pueden iluminar también las relaciones personales, donde todos somos príncipes.
La doctrina de Maquiavelo, en definitiva, invita a reflexionar sobre el precio del bien: un precio que a veces incluye un mal menor. No es que el fin justifique cualquier medio, pero sí algunos que, de entrada, parecerían sin justificación. Esa transigencia de la moral con el pragmatismo resulta, por supuesto, inquietante: cada cual la maleará según sus intereses. ¿Dónde poner el límite? ¿Dónde hacer pie? Sin embargo, la complejidad de la vida nos obliga a ella de todos modos. Nuestra moral tiene que ser rigurosa, pero no rígida; exigente, pero no maniquea; íntegra, pero eficaz. Un principio inviable no vale la pena, aunque en sí sea bueno. “No se debe jamás permitir que continúe un problema para evitar una guerra porque no se la evita, sino que se la retrasa con desventaja tuya”. Por ejemplo.

3 comentarios:

  1. Sí, en Maquiavelo hay mucho de "política de prevención". Esto no gusta a los que luego, de rodillas al suelo y llorando chillan: "es que no se podía saber".

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  2. por cierto, interesante el sueño de maquiavelo: https://alexisherreram.medium.com/el-sue%C3%B1o-de-maquiavelo-2e135819c1a5

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  3. Gracias por la referencia. No conocía esa anécdota. Supongo que hay que ser Maquiavelo para soñar esas cosas. Por cierto, interesante el blog.

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