martes, 16 de enero de 2024

Pasividad e iniciativa

El prudente dará por bueno aquel refrán: «Mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras». Solemos hablar demasiado, y es más probable arrepentirse de lo que uno ha dicho que de lo que ha callado. Sin embargo, como dijo Sartre, no actuar es también hacer algo..
La reticencia también nos compromete, también tiene consecuencias y por tanto responsabilidades. La inacción es patrimonio de los muertos, y el que no actúa incurre en un cierto tipo de ausencia. 
La pasividad, ante todo, nos hace cómplices de quien toma la iniciativa. «El que calla otorga». Callar ante una injusticia es apoyarla; retirarse ante una agresión es dejarla impune; transigir con un error es fomentarlo. No hay progreso posible desde la mera pasividad. Vivir en retirada puede protegernos, y de entrada resulta más cómodo; pero, mientras dejamos hacer, el mundo gira al margen de nosotros, quizá contra nosotros. De hecho, el mundo acaba por acostumbrarse a no contar con nosotros. No podemos callar mientras se forjan nuestras cadenas, ni dejar impunes a los timoneles ruines. El silencioso es monarca de un reino triste y cada vez más reducido, que le arrincona y le roe la voluntad. 
A menudo, sin duda, hablar no vale la pena, o no merece el riesgo. Pero otras veces, lo obligado, incluso lo prudente, es actuar.

2 comentarios:

  1. Hablando también se pueden callar muchas cosas. Y sospecho que con este post te callas algunas.

    Brutus se hizo pasar por loco, hasta que llegó su momento. Como en todo, hay que saber, y tener la suerte, de hablar sólo cuando es el momento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me has pillado. Eso me pasa por hablar, jeje.

      Personalmente, me siento más cómodo callando. Tanto, que a menudo me parece que me acomodo demasiado. Este artículo está dedicado a incomodarme, y de paso incomodar a los que son como yo.

      Pero es muy interesante la dimensión que tú añades, mirando con astucia la otra cara de la moneda. Las palabras siempre dicen menos de lo que callan. Vale la pena, entonces, tirar de ellas para ver qué nos sale debajo.

      Y sí, hay pocas torpezas más patéticas que hablar lo que no toca o cuando no toca. Me recuerda aquella máxima cuyo autor no he sabido encontrar: "Más vale callar y pasar por tonto que abrir la boca y disipar las dudas". ¡Un cordial saludo!

      Eliminar