martes, 19 de marzo de 2024

Colisiones

Spinoza tiene la virtud de exponer complejos asuntos con imágenes escuetas y sobrecogedoras. Paradoja del pulidor de lentes, austero y monótono, redactando un tratado de ética como si se tratara de geometría.
Sus axiomas son mecanismos de poesía y de emoción, y hay que tener cuidado con ellos, porque se te meten en el alma y no puedes dejar de darles vueltas. 
Uno de los postulados spinozianos que más me estremecen es el de la colisión. Cada ser va por el mundo a su aire, procurando medrar, revoloteando feliz porque siente y expresa su potencia interior, su conatus. Tarde o temprano, dos rumbos se entrecruzan, dos seres chocan. La consecuencia es tan obvia como atroz: cada potencia propia se convierte, por puro impacto, en convulsión para el otro. Corolario: es cuestión de tiempo que nos crucemos con una fuerza que nos arrase. 
Sartre llamaba facticidad al légamo de lo real, que entorpece la marcha al individuo. La facticidad es, simplemente, lo que sucede; pero como somos voluntades que intentan cumplir su propio designio, resulta inevitable que los meros hechos se nos resistan. Avanzamos por sendas llenas de trastos amontonados. 
Dos estampas estremecedoras que evocan los bretes de la vida; el desbarajuste, gozoso y terrible, de los encuentros y las derrotas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario