sábado, 2 de marzo de 2024

Fantasías de futuro

Rara vez contamos con la garantía de que lo que esperamos sea realmente mejor que lo que tenemos. Un manido argumento en los discursos conservadores y conformistas de todos los tiempos, pero lamentablemente en eso tienen razón..
Abusan en la nostalgia del pasado y en la insidiosa alergia al cambio (salvo cuando va a favor de sus intereses), pero es cierto que muchas veces esperamos demasiado del futuro. 
El futuro es un tiempo mítico donde hay sitio para todos nuestros sueños, simplemente porque aún no ha sucedido. «Todo está por hacer, todo es posible», glosó Martí i Pol con tanto fervor como artificio. Del futuro podemos exagerar todo lo que queramos, aprovechando que no existe. El visionario ve en él una oportunidad para su utopía; el agorero, ese presagio no menos habitual de que las cosas vayan a peor. 
Son todo fantasías. Lo único cierto es lo que hay ahora, y ni siquiera de ello estamos siempre seguros. «Quien quiera ser feliz, séalo ―instaba el lúcido Lorenzo el Magnífico, que sabía bien de la fragilidad de las cosas―; nada cierto hay sobre el mañana». Claro que atenerse al presente no es tan fácil cuando duele: hay veces que, si no tuviéramos el futuro, no nos alcanzarían las fuerzas para seguir. Pero es justo entonces cuando nos hace más falta el coraje de la lucidez.

2 comentarios:

  1. Interesante post.... Todo el mundo espera que el futuro sea bueno. Para quienes el presente ya lo es, esperan que el futuro no cambien mucho su suerte. Y sólo para los que no les gusta su presente desean que su suerte cambie... y por ello rápidamente se prestarán al cambio.

    En fin, la conducta humana puede a llegar a ser tan simple y manipulable. Y aún nos pensamos que somos "libres" de hacer y desear lo que queremos por nosotros mismos. En nosotros, en nuestras acciones, decisiones y silencios se refleja, de alguna manera, todo el universo entero.

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    1. Leyéndote se me ha ocurrido que, en nuestro tiempo, el futuro ha perdido mucho prestigio. Ya no es el «vivieron felices» de épocas pasadas. Más bien se nos antoja como una niebla gris de incertidumbre y amenaza. Eso nos ha hecho a todos más temerosos y más conservadores. Lo cual no quita que, como dices, seamos tan «simples y manipulables» como siempre lo fuimos, incluso más. Perdón por el ánimo sombrío...

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