Cada cosa en su sitio, pide la ética al menos desde Aristóteles. Precisamos que el mundo, nuestra vida, nuestra actividad, respondan a una organización.
Ordenar la casa tiene mucho de acto ético: dignifica nuestro entorno, da valor a las cosas, favorece una estabilidad interior. Enseñar a los niños a ser ordenados es más que una cuestión práctica, es una inspiración.
Se podría argumentar, por tanto, que lo que está fuera de lugar está faltando de algún modo a la ética. No hay renovación sin temporal desorden, pero sobre éste nada se puede construir. Muchos mitos identifican el origen con la implantación divina de un orden a partir del caos: la autoridad y la norma se corresponden con un estado armónico y por tanto “bueno”. Esta idea, que se podría juzgar reaccionaria, interesa aquí para subrayar las profundas connotaciones morales que tienen el orden y el caos en nuestro imaginario.
Claro que no todos los desórdenes tienen la misma trascendencia. Los roles psicológicos estructuran nuestra vida; su rigidez puede atenazarnos, pero los necesitamos como punto de referencia y código compartido. Su disolución da lugar a confusiones y zozobras, como muestra la psicología de la interacción. La vida es dialéctica, pero desde algún sitio.

Todo tiene un comportamiento y manera de ser determinado, sigue un orden concreto... Durante milenios esta ha sido una convicción dogmática dominadora. Y creo que medio abres una pregunta que me parece de lo más curiosa: ¿vemos cierto orden y regularidad en las casos, no porqué realmente esté ahí, sino porque necesitamos imaginarnos cierto orden para calmar nuestra mente?
ResponderEliminarTe confieso que el tema del orden siempre me pone incómodo. En mi juventud era firme partidario del caos, precisamente porque el orden es la obsesión de toda "dogmática dominadora", como tú dices. La libertad, la renovación, la creatividad, todo lo que suena a bueno empieza por sacudirse las cadenas de los órdenes impuestos.
EliminarSin embargo, no podemos vivir en el desorden, ni construir nada sobre él. Necesitamos ordenar ideas y estructurar el entorno o nos volvemos erráticos y destructivos. Después de la falta de amor, el desorden es lo más pernicioso para el sano desarrollo de los niños. El caos perturba una de nuestras necesidades más elementales, que es la previsibilidad.
De ahí (y de lo que otros ya han apuntado) se me ocurre que la ética (o una vida satisfactoria) tiene algo de topográfico: hay cosas que tienen que estar en su sitio. Sabiduría topográfica, o cartográfica: en efecto, el orden es ante todo una idea, quizá un invento.
Sin embargo, sigo incómodo: todos los despotismos se han justificado sobre una cierta idea de orden, o la han inventado para sostenerse. Lo necesario degenera fácilmente en lo peligroso. No tengo bien resuelto este tema. ¿Tú qué opinas?
Es que se trata de uno de los problemas fundamentales de la humanidad: ¿existe realmente la regularidad, el orden una harmonía preestablecida? Recuerdo como Platón quiso quemar los libros de Demócrito por este motivo, pues el atomista defendía el azar y Platón se puso muy nervioso porque con el azar, al menos a primera vista, se niega que la vida tengo un sentido, una razón de ser, una finalidad, etc -Aunque eso nos llevaría a muchas matizaciones.
ResponderEliminarTambién recuerdo a Hume quien fue muy honesto al reconocer: señores, suponemos que existe un orden comprensible en el mundo que percibimos y estudiamos, y sobre esta suposición elaboramos nuestras ciencias naturales, pero de momento nadie ha podido demostrar que este orden y regularidad que le atribuímos a la naturaleza y a los fenómenos esté realmente en ellos y no sea algo imaginado por nosotros a través del hábito y la costtumbre.
Yo creo que solemos proyectar nuestro "orden interno" hacia fuera, hacia cuanto percibimos y experimentamos a fin de comprenderlo de forma fácil y rápida. En otras palabras, nuestra mente manipula nuestras apreciaciones para hacerlas reconocibles y comprensibles para nosotros. La forma en qué actúa nuestra mente, como ordena y moldea la realidad, sería, pues, un síntoma de nuestro estado psicológico.
En tal sentido, pues, necesitar que haya un orden férreo y verlo por doquier dice más de nosotros que de la supuesta realidad que habría allí fuera.
Totalmente de acuerdo. Necesidad de orden, fundación de orden. Estado psicológico, pero también imprescindible herramienta social. Ahí aparece la ética. Por ese lado me quedo dándole vueltas al tema.
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