Nos parece lógico considerar que el hecho precede al significado, que las cosas cobran sentido una vez suceden. Solo se puede juzgar con fundamento lo que ya ha acontecido, lo que ya se ha incrustado en la realidad.
Podemos opinar, al irnos a la cama, que hoy fue un día estupendo, pero parece absurdo que opináramos que el día estupendo será mañana, por buenas perspectivas o intenciones que tengamos. La incertidumbre se interpone entre nuestra valoración y los hechos, por más que la imaginación se adelante con sus especulaciones.
Y, sin embargo, por uno de esos rasgos desconcertantes del pensamiento, muchas veces el significado precede al hecho, y eso es lo que llamamos magia. Con el pensamiento mágico ponemos el sentido antes del hecho, incluso lo creemos su causa. El semáforo se puso en rojo porque yo pasaba por aquí (como si no lo hubiera hecho miles de veces sin que yo pasara). Era tan improbable que te encontrara, que tienes que ser la mujer de mi vida (como si no fuese más improbable para millones que no encontré jamás). El mundo se despliega por sí mismo, sin intención ni significado, y eso es el azar, o la causalidad inabarcable. Que nos parezca o no absurdo no es asunto del mundo, sino de nuestra mente, empeñada siempre en urdir significados.
Interesante... Y seguramente también sea absurdo creer que los hechos tengan significado una vez hayan sucedido. Pero nuestra mente no puede pensar loq ue vive sin imprimirle un valor, un significado, una interpretación ¡La que sea! es algo tan fuerte en nosotros....
ResponderEliminarEso es, se trata del mero funcionamiento de nuestra mente: organizar la información y darle sentido. Y sí, los significados "a posteriori" también son inventos. Eso nos lleva a la insoportable levedad de la verdad...
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