¿Cuál es el secreto de las personas con don de gentes? Me refiero a aquellas que se llevan bien con todo el mundo, y que además están contentas y ponen de buen humor a los demás.
Esas personas que llaman a todos por su nombre, que los califican en seguida de amigos: sin duda demasiado pronto, quizás un poco a la ligera, pero, ¿por qué no? ¿No es mejor una amistad superficial que una clausura llena de sutilezas?
¿Cómo lo consiguen? ¿Cómo lo soportan? ¿Cómo, en fin, lo disfrutan? Los psicólogos acertaron relacionando la escasa sociabilidad con el neuroticismo: la gente sociable es extravertida y tranquila; fluyen como un agua clara y saltarina entre las multitudes; no sobrellevan la presencia ajena con ansiedad.
La gente sociable es alegre y ocurrente, charla por el gusto de charlar, tiene siempre una palabra amable y pide sin circunloquios. Y eso pueden hacerlo porque los demás son para ellos una oportunidad, no un problema; cada encuentro comporta un simpático intercambio, no un tanteo que hay que encarar con prevención. No necesitan estar a la defensiva porque se sienten seguros, y con razón, porque apaciguan los ánimos y predisponen al toma y daca desenfadado.
Yo admiro a los que tienen don de gentes y sacan a la vida a bailar por las esquinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario