Bonet aprovecha bien la pieza de Paniagua, a un tiempo sutil y exuberante, para glosar los ciclos misteriosos de la naturaleza y de la vida, entrelazándolos con los sentimientos más íntimos del ser humano, igual que se engarzan las estrofas de la canción. Y hace de su fantasía nuestro sueño, con ese oportuno uso de la primera persona.
La simbología se basa en elementos naturales. Su motivo central es el despertar que, tras el sueño invernal, despliega la primavera en las florestas. El mes de febrero ya desliza el anuncio, que trepida en lo más hondo de la semilla durmiente, del mismo modo que el renacer del sentimiento perturba a un corazón en invierno. La llamada de la vida infunde reticencia y aprensión: "¡Què exigent que ve la primavera!"; y tememos no estar a la altura: "El meu cor tan malaltís tinc por que es cremi a dins de la foguera". Pero el impulso, grabado en nuestra condición, resulta demasiado acuciante para resistirse: "No puc desfer-me del seu encís".
Los motivos naturales evocan el ritmo universal de la vida y los ciclos íntimos de la emoción. También esta tiene sus estaciones, sus anhelos y sus heridas, goce y dolor entremezclados, que ponen a prueba el "maltrecho corazón". Es comprensible que las fuerzas de la existencia nos hechicen y nos aterren; pero sabemos que es nuestro destino, que habrá que rendirse. Podemos hacerlo cantando y danzando, como en una ancestral ceremonia: al fuego, a la nieve, a la noche, al doloroso amor. Y consentir, en fin, que el viento acabe por arrastrarnos, como a las semillas, allá donde nos toque germinar: "A dins el cor d'una terra antiga, o creixeré al fons de la mar".
En este enlace encontraréis un análisis más detallado, firmado por Patricia Godes. No comparto todas sus propuestas, pero me parece brillante e inspirador.
Como siempre, mi traducción pretende ser más fiel a la intención que a la palabra. Podéis escuchar la canción en este enlace. Y, dado que se trata de una danza, no podía faltar esta espléndida interpretación que le dedicó la Compañía Nacional de España, bajo la dirección de Nacho Duato.
Febrer m'ha duït la carta tan precisa: Què exigent que ve la primavera, No puc desfer-me del seu encís, Cantar les llunes de les seves nits, Cantar, si torna, el dolorós amor Volar amb el vent i les noves llavors; | Febrero me envió una imperiosa misiva: ¡Qué apremiante llegó la primavera! No logro desprenderme de su embrujo, Cantar a las lunas de sus noches, Cantar, si regresa, la herida del amor, Volar con el viento y las semillas nuevas; |

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