Retahíla cuarta


AGUANTAR. A veces toca aguantar. Con lo puesto y sin lo que nos falta, que es casi todo. A veces la razón no consuela, y la emoción perturba. Y, puesto que de nada sirve rebelarse, solo nos queda tolerarlo. Entregarnos y dormir al raso.

EXPERIENCIA. Tal vez la experiencia no nos enseñe demasiado; tal vez, sobre todo, nos derrote. Entonces, ¿será la derrota la enseñanza?

AUTORIDAD. La verdadera autoridad apenas necesita recordarse. O, más bien, se recuerda ejerciéndose, de un modo implícito. Cuando hay que forzar la autoridad, es porque se tambalea.

MEDIOCRES. Lo más agotador de los mediocres es que hay que estar lidiando continuamente con su necesidad de competir. Si se sostuvieran bien firmes en su valía no necesitarían estar midiéndose una y otra vez: sabrían ponerse en su sitio y poner en el correspondiente a los demás.

LEVEDAD DEL SER. El hecho de que todas las cosas -empezando por nosotros- se acaben, las impregna de una inconsistencia que se parece a no haber existido jamás. Frente al dilema de Hamlet, uno diría que el ser es una ráfaga en la eternidad del no ser. Lo natural es no existir: para vivir hace falta un esfuerzo descomunal que siempre sabe a extraño. Se diría que se existe apenas, se existe para acabar por no existir. La certeza de que cada cosa desaparecerá un día hiere de muerte su presencia y la desvanece: un no ser seguro equivale a un no ser ya efectivo. Lo dijo Heidegger: ser-para-la-muerte.

ENSIMISMAMIENTO. ¡Qué dentro de sí mismo está, qué hundido y solo, el espectador de Friedrich!


ÉTICA E INCERTIDUMBRE. La ética es el medio que tiene la razón para reducir la incertidumbre frente a la libertad. Atañe, especialmente, a las grandes cuestiones que nos sitúan ante el mundo: ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Qué objetivos me propongo?

DERROTA. Hay una dulce blandura en la resignación y la derrota. Es el alivio de descansar de la libertad.

RENCOR. Nietzsche opina que el rencor es el poder de los débiles. Pero no deja de ser un poder. Cabe considerarlo preferible a una impotencia completa.


MAGO. Aparte de sabio, habría que ser mago. ¿O el verdadero sabio siempre lo es? Quiero decir: la sabiduría está hecha de convicciones en no menos medida que de ignorancias. Admitir y hasta valorar esas ignorancias es mantenernos en el plano humilde y humano. Ser un mago es llenar de vida la ignorancia.

CIEGA. Entra en el metro una chica ciega. Es muy guapa y elegante, no sé si sabe cuánto; la luz no pondrá espejos en sus días. Yo la contemplo, tan llena de vida, tan altiva, tan limpia de tragedia. ¿Qué derecho tengo ya a sentirme triste?

PATÉTICO. A veces uno quiere hacerse el gracioso y se queda apenas en patético. Todo depende de cuánta buena voluntad esté dispuesto a concedernos la benevolencia del prójimo.

¿QUIÉN SABE? "Los otros sí que saben, yo no". La regresión nos lleva a esa sospecha infantil, que por otra parte tiene tintes de paranoia.

CONTRA UNO MISMO. La tendencia a dañarse a uno mismo es un modo de recuperar la sensación de poder, cuando nos angustia la sensación de impotencia. Somos nuestras víctimas más accesibles y seguras; por eso somos también nuestros más peligrosos enemigos. ¿Cómo ponernos a salvo de nuestra crueldad egocéntrica?

INSEGURIDADLa sensación de no poder controlar el entorno es una de las experiencias más angustiosas. Uno se siente a merced de un mundo ajeno y poderoso, del que no puede esperar nada y en el que no puede influir. En buena parte, solo cabe aceptar nuestra impotencia: es imposible la seguridad en ese mundo. Cada cual se busca sus modos de abrigarse de la angustia. Algunos son desesperados y dramáticos, como la neurosis y la adicción.

REMEDIOS. Las famosas zonas erróneas no son meros errores. Casi siempre tienen algún sentido, ejercen alguna función. Si esa necesidad no se satisface de algún modo, tenderán a reproducirse tenazmente. No hay remedio eficaz si no aporta modos mejores de afrontar las eternas necesidades.


COMPASIÓN Y MORAL. La compasión, como propone Schopenhauer, es el fundamento de la ética. Así lo reconoce también el budismo. La compasión (o, si se prefiere, su precedente, la empatía, aunque esta no es en sí moral, sino una mera función psicológica) es la puerta que deja entrar al otro en la moral, y por tanto la funda, al sacarnos de la exclusiva autorreferencia: ¿qué sentido tendría una moral solipsista?


COSMOS. Las cosas no suelen tener una sola causa, aislable y lineal; pero sí suelen seguir pautas más o menos definidas y regulares. Esa regularidad acota la incertidumbre y permite hacerlas, hasta cierto punto, previsibles y descifrables. O sea, da sentido y fundamento al conocimiento. Convierte el universo en cosmos.

LO BUENO DE LO MALO. La ética se construye a partir de lo que se considera deseable, o sea, a partir de los valores. En la consecución de estos hay que aprovechar todo lo aprovechable; también lo malo: en lo que tiene de enseñanza y de envés constructivo. Por ejemplo: la envidia es un vicio poco elogiable, pero señala lo deseado y motiva a conseguirlo.

FUTURO Y POSIBILIDAD. Heidegger: el futuro es un tramo incierto de posibilidades infinitas que acaba abruptamente en el cierre de todas ellas. Lo primero es un exceso, lo segundo una frustración incurable.

CAMINO AL ANDAR. El tiempo no es algo que haya que atravesar, sino un movimiento que se expande mientras avanza y nos arrastra en su seno. No hay territorio previo: se hace camino al andar.

EDUCACIONES. Hay una vena blanda, complaciente, esencialista, de la educación, que considera que el niño ya lo tiene todo y se trata de interferir lo menos posible en su despliegue natural. Es una visión rousseauniana, en cierto modo platónica, que goza de muy buena salud y sigue a la greña con la postura tradicional, que es hobessiana, la que opina que hay que "domesticar" una naturaleza de por sí incivilizada. ¿Término medio?

CONFIANZA. Entre la desconfianza y la confianza en las personas, prefiero confiar, pero manteniendo los ojos bien abiertos.

TE QUIEREN MUCHONo es difícil sentir simpatía por los perdedores. Se llama compasión, y en realidad nos reconforta, porque es un paternalismo que nos hace sentir superiores.
Otra cosa es el amor. El desamor engendra perdedores absolutos, perdedores a los que se desprecia.
"Te quieren mucho". Solo me compadecen. Pero yo no quiero que me compadezcan: preferiría ganar. Así que ni siquiera me ennoblece el devolverles mi gratitud.
No voy a reprochármelo: ¿qué gratitud cabe esperar del humillado?

SENTIDO Y DIGNIDAD. ¿Por qué no me felicito, si he trabajado duro, si he cumplido con mis deberes, si he sobrevivido una vez más? Porque he hecho todo eso como un esclavo, no como un hombre digno. No hay sentido sin dignidad.

ABURRIMIENTO Y LIBERTAD. Byung-Chul Han nos llama con acierto "sujetos del rendimiento". El sujeto del rendimiento no soporta detenerse, no aguanta "dejar de hacer". Siente un angustioso horror vacui frente a la inactividad. Por eso, en el fondo, teme el vacío del tiempo de ocio, porque le exige  inventar otras actividades, y le amenaza con uno de sus más profundos temores: el aburrimiento. Es como si aburrirse implicara una carencia existencial, como si equivaliese a no ser, o al menos al peligro de no ser. Y, sin embargo, el aburrimiento, por mucho que lo repudie Schopenhauer, es una ocasión para la libertad.

PROBLEMAS. El problema de resolver los verdaderos problemas es que entonces tenemos que afrontar las dificultades insignificantes.

NADA PERSONAL. No deberíamos tomarnos el mundo como algo personal. Él no lo hace con nosotros.

RAÍCES. El nacionalista se siente impune, arropado en una legitimidad trascendental que está por encima del derecho. Reclama su diferencia como una igualdad que imponer a los demás. Cabría replicarle: si tú cuidas tus raíces, ¿por qué me arrancas las mías?

CONVENCIMIENTO. El problema no es que nos equivoquemos o no, sino qué creemos (o creen los otros) al respecto. Estar convencido de que uno no es responsable de lo que ha hecho ya es mucho: sin duda, le facilitará la vida. También hará más probable que lo crean los demás, lo cual es una gran ventaja y encima sirve para reafirmar el propio convencimiento. Dichosos los que no dudan de sí mismos, porque no conocerán la verdad, ni falta que les hace.


DELICADEZA. El don de la delicadeza. ¿Por qué no intentar ser delicados, en lugar de bastos o groseros? Es un regalo al adversario que nos dignifica a nosotros.


¿QUIÉN TE ESPERA? Necesitamos que alguien nos espere, para dar sentido a nuestros regresos. Porque regresar a uno mismo es como hacerlo al vacío. No me extraña que haya gente que necesita tener un perro.

LEY DE LUGARES. Hay que saber dónde está uno y dónde debe estar, y procurar mantenerse fiel a la ley de los lugares.


LO QUE PIENSAN LOS DEMÁS. ¿Tú qué sabes de lo que piensan los demás, en especial lo que piensan sobre ti? Seguramente te sorprenderías, para bien y para mal. Además, nuestros conceptos dela gente suelen ser ambivalentes e inestables: el que te aprecia hoy, mañana te considera insoportable o despreciable.

Permite que los demás te eduquen con sus opiniones… Y si no te son útiles, déjalas pasar. No vale la pena perder el tiempo con lo que no ayuda.



VERDAD Y PROPAGANDA. La posmodernidad, al dejarnos desamparados de verdad, nos abandonó en manos de la mentira, que se volvió más insolente. Las medias verdades camparon a sus anchas, tratando a las verdades como iguales. Cuando desaparece la verdad, lo que reina es la propaganda.

PENSAMIENTO Y PRÁCTICA. Cuando un integrante de una clase social pasa a comportarse como si perteneciera a otra, o a hacer suyos sus esquemas, las claves del comportamiento modifican sus intereses, y estos su conciencia de clase. El pensamiento depende de la práctica, o, como dice el adagio, "Si no vives como piensas, acabarás pensando como vives".

MORAL Y DIOSES. La primera idea que se formó en la mente del hombre fue el bien. La siguió su antítesis, el mal. Ambas procedían de lo positivo y lo negativo, esto es, lo favorable y lo contrario a la vida de cada persona. La idea de "bien" es, simplemente, una abstracción de las cosas "buenas".
Fue sencillo intentar concretar esa abstracción mediante su personalización. Entonces nacieron las "fuerzas del bien" (que disponían de voluntad, finalidad, preferencias…), que acabarían convirtiéndose en "dioses del bien". A estos acabaron por oponerse los dioses del mal, que se refugiaron en todo aquello que desafía la supervivencia del hombre: la oscuridad, los animales más feroces, los lugares peligrosos, lo desconocido.

LO ARDUO. ¿Es virtuoso en sí mismo? ¿Y la virtud de la sencillez (que, por ejemplo, Jesús alababa en el Sermón de la montaña)? Lo arduo nos parece virtuoso simplemente porque es difícil, y eso lo reviste de una pátina de valioso (porque lo valioso suele costarnos). Sin embargo, a veces lo difícil puede ser la sencillez.

CONOCIMIENTO, IGNORANCIA. Queremos conocer porque ansiamos vivir… vivir mejor, se entiende. Vivir de verdad y en la verdad, con los ojos abiertos, con lucidez. No sé si la verdad nos hará libres, no sé si nos hará mejores; no sé si conocer nos ayuda, pero no queremos una vida de ceguera o ilusión. Para el budismo, todos los males proceden de la ignorancia; la verdad es, pues, redentora. La mayoría de los filósofos también opinaba así. Y, sin embargo, el vitalismo desdeña el pensamiento. Por eso, pensar no está de moda, y preguntar molesta. Todo lo que nos rodea parece conminarnos: “Limítate a vivir, y no te compliques queriendo saber”.

NAUFRAGIOS. Wilson, el balón con cara, el ídolo sagrado y personal en la película Náufrago: la capacidad simbólica humana puesta al servicio de sobrevivir a la soledad, creando un personaje imaginario. ¿Hablarán solos los locos porque sienten que nadie les entiende? ¿Acaso no hacen lo mismo los niños: significará eso que son náufragos, que hay en la infancia una soledad original que tiñe para siempre la vida de desamparo? ¿Será la infancia, entonces, la época más descarnada de la vida, un tiempo en el que la impotencia no sabe aún revestirse con la cultura? ¿Será la cultura un inmenso, sofisticado arsenal de recursos simbólicos contra la soledad? ¿Será el desdoblamiento esquizofrénico una manera de compensar una profunda, dolorosa, insuperable soledad, inventando a otro yo con quien dialogar, sentirse protegido, pelear, todas esas cosas que las personas hacemos al buscar la compañía?

PROBLEMASLa mente está hecha para rastrear problemas continuamente. Así la modeló un largo tiempo en que nos iba en ello la vida. Por eso, si no los encuentra, los busca. De lo contrario se enfrentaría a un vacío vertiginoso que la volvería contra sí misma, y ese sería su problema más grave. Alégrate, pues, de tus problemas, que te resguardan del torvo aburrimiento y sobre todo de la despiadada locura.

POSMODERNIDAD. La posmodernidad es no saber quién es el enemigo.

MITOS. Las leyendas sobre sucesos reales empiezan como noticias o rumores que, con el paso del tiempo, a medida que se van alejando de la realidad histórica de sus protagonistas y se revisten con la imaginación, acaban por convertirse en relatos abstractos y atemporales. Engrosan así el poso de los mitos de una cultura, pasan a ser una seña de identidad colectiva. Se incorporan a un paisaje que ellos mismos han transformado. El mito y el tópico se consolidan por repetición, confirmando aquella máxima de Goebbels: "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".

CRUELDAD INFANTIL. La insólita crueldad de la infancia se debe precisamente a su pureza primitiva. El niño, a pesar de su marcado sentido común, está aún en proceso de civilización, su instinto sigue a flor de piel. Lo que nos despierta ternura en él es lo rudimentario, la gran vulnerabilidad que manifiestan sus crueldades.

LO RARO ES VIVIR. En el dolor hay una rotundidad que no tiene el placer, y que por eso lo hace parecer más verdadero. El placer es inestable e infiel: más tarde o más temprano nos abandonará; en cambio, el dolor siempre quedará al final del placer, el dolor es leal y nunca falla. El placer hay que conquistarlo: para el dolor solo hace falta esperar. Esto es así porque la vida es la excepción, la vida es un salto que se levanta contra la gravedad mineral de la facticidad.


¿QUIÉN MIENTE CUANDO NOS MIENTEN? No nos engañan. Nos engañamos a nosotros mismos, a través del ego, y otros los aprovechan. Es el poder de la coba: nuestro orgullo vuelto contra nosotros. O como consecuencia de nuestra ignorancia, que tanto nos gusta porque es nuestra. La mentira, para su víctima, es una debilidad como otra.

QUE NOS QUIERAN. ¿Qué buscamos todos, en definitiva? Que nos quieran, o sea, que haya alguien dispuesto a acompañarnos. Acompañar implica reconocer, escuchar y proteger. Cuando nos falta nos parece imposible, cuando lo tenemos nos parece poco.

AMPLIAR LA PERSPECTIVA. La lucidez consiste, ante todo, en ampliar todo lo posible nuestro punto de vista. Dejar entrar en el encuadre aquellos detalles que tenemos tendencia a ignorar, o que preferiríamos excluir. Y, para asegurarnos de hacerlo, cuestionar una y otra vez, como los científicos, nuestras certidumbres.

ROMANTICISMO. El romanticismo es vistoso, creativo, vitalista, seductor. La pena es que, bajo su manto de éxtasis y colorido, lo tergiversa casi todo. No hay nada que reprochar a una visión excesiva y apasionada de la existencia. Salvo una cosa: que tras su vistoso fuego de artificio nos deja solos. Por eso hay que desconfiar del romanticismo y de su aliado el sentimentalismo. “Cuando aparece el sentimentalismo hay que prepararse para la crueldad”, avisa, con acertada prudencia, Robert A. Johnson.

LUCEROS EN LA MEMORIA. Hay en la vida episodios intensos que concluyen en sí mismos, que no necesitan futuro, a los que el futuro, en realidad, les estorba, pues surgieron con la voluntad de ser tan sólo una excepción. Cuando terminan, atesorados en los arcones selectos de la memoria, su evocación nos ilumina con esa luz tenue y cálida de los atardeceres. Siempre queda alguna razón para estar agradecido.

OPORTUNOS. Mucho mejor que hacer grandes gestas o esfuerzos, es ser oportuno: estar en el lugar apropiado en el momento preciso, decir la palabra adecuada, tener el gesto acertado. Entre la gente triunfan los fuertes, porque se imponen; los alegres, porque entretienen; y los oportunos, porque aprovechan.


PENSAR, VIVIR. ¡Qué poco tiempo nos deja la vida para pensar! El vivir nos atropella y nos arrastra, y la reflexión es un lujo que no siempre se nos concede. Por otra parte, vivir es lo que importa: a veces, pensar ayuda, pero otras es una coartada con la que eludimos el pedregoso camino de la experiencia viva.

RECONOCIMIENTOEsperar gratitud o reconocimiento nos hace sufrir, muestra de lo importante que nos resulta ser reconocidos por los demás. Si se nos otorgan en gran medida, nos convierten en unos molestos, atolondrados, despóticos arrogantes; es probable que acabemos pagándolo. Si faltan, o así lo creemos, nos hacen sentir indignos o, peor, víctimas. Ojalá pudiésemos prescindir de ellos, pero, ya que no es así, tengamos al menos la precaución de no tomar ni su falta ni su exceso demasiado a pecho.


SABER A QUÉ ATENERSE. Uno de los ejercicios más difíciles para el ego es reconocer sus límites y atenerse a ellos. ¡Cuántas veces desperdiciamos lo bueno de nosotros empeñándonos en lo mejor! Nunca nos ejercitamos bastante en la renuncia, y nunca otra cosa nos educará más en la lucidez ni nos procurará mayor serenidad. E incluso éxito: en aquello para lo cual estamos realmente hechos. La felicidad empieza por saber a qué atenerse.

APRENDIZAJE. Los niños aprenden fácilmente porque no oponen resistencia a lo extraño. Sin ideas preconcebidas, no tienen que empezar por desaprender.

HONRAR A LOS ENEMIGOS. Respetar profundamente que no nos quieran. Tal vez tengan buenas razones para ello. Y, en cualquier caso, para nosotros es la ocasión de practicar la magnanimidad.

RENCOR. Dicen, despectivamente, que el rencor es el poder de los débiles. De acuerdo, pero quizá sea el único poder que tengan. Perdonar no siempre está a nuestro alcance.

SABIDURÍA TOPOGRÁFICA. El meollo de la sabiduría es de naturaleza topográfica: saber dónde está uno y dónde debe estar.

SER. La muerte es el cierre irreversible de la flecha del tiempo, que es también irreversible. El tiempo se agota y se despeña en la muerte. La patria del ser, pues, y como afirmaba Heidegger, es el tiempo, luego el ser es en la medida en que se precipita hacia el no-ser: ser-para-la-muerte. ¿Consecuencia? Ser, mientras podamos.

LOS OTROS. Cada persona es un universo desconocido para nosotros. Eso debería hacernos extremar la prudencia a la hora de juzgar y aproximarnos a los demás. Al mismo tiempo, intuimos lo mucho que tenemos en común con los universos ajenos. Eso debería invitarnos a la empatía y al afecto.

ÁGAPE. Ágape… Amar a los demás, así, en abstracto. No por sus cualidades, no porque lo merezcan -¿quién lo merece?-, sino porque están ahí, porque forman parte del milagro asombroso de la existencia, tan raro, tan frágil, tan prodigioso… Amar al prójimo por el mero hecho de existir, que es justo por lo que nos amamos a nosotros mismos -¿alguien se ama a sí mismo por sus cualidades?-. Amarlos, pues, por lo que compartimos con ellos: la naturaleza, el destino, el anhelo de dicha y el temor al sufrimiento, y sobre todo la excepcionalidad… Tal vez sea ese el más profundo sentido del mandamiento bíblico.

TRIUNFAR. Quisiera triunfar, para librarme de una vez del narcisismo.

COINCIDENCIA FUGAZ. Veo un avión y pienso en un pasajero que mira por la ventanilla. El pasajero piensa que quizá allá abajo alguien vea pasar su avión y piense que alguien está pensando en él. Algo une por un instante a dos personas y no lo saben.

ALEGRÍA TENUE. Cuando me siento triste intuyo que, de algún modo, también estoy contento, solo que no lo sé. La tristeza suele resonar más fuerte. Tal vez, aguzando el oído, podría escuchar la vocecita tenue de esa alegría.


FILOSOFÍA O LENGUAJE. La filosofía es la palabra. Es encontrar el término preciso, o inventarlo si se trata de una idea que no tiene nombre (a veces el nombre funda la idea). Es revelar lo existente a través de lo comprensible. Es elegir la perspectiva que nos aporta una visión más clara. Hablar es pensar; pensar es encontrar las palabras justas.


FATUIDAD NACIONALISTA. Por más que lo examine, no sé encontrar nada valioso en el nacionalismo, ni en su corolario independentista. Sus entusiasmos me parecen fatuos, sus convicciones simplonas, sus proyectos peligrosos. 


TEMOR A LO DESCONOCIDO. Los antiguos temían que los muertos les guardaran rencor por seguir viviendo, y que regresaran a vengarse. Imaginaban a unos difuntos tan envidiosos como los vivos, y por eso procuraban hacerles ofrendas, entre las cuales se contaban sus propias desdichas. El pensamiento mágico tiene estas trampas: se llena de temores. Tememos lo desconocido por lo que no sabemos, pero sobre todo por lo que proyectamos para llenar de algún modo esa ignorancia. ¡Pobres muertos, bastante tienen con no ser!


BASURA. Hay quien no hace un comentario sin insinuar un reproche. Para no tener que hacerse cargo de su basura, se la echan a los demás.


CAMBIAR DE HÁBITOS. La única forma de evitar repetir los hábitos es imaginar que ya los hemos repetido, y que ahora podemos hacer algo distinto. Partir de supuestos contrarios a los habituales, como si todo lo que creemos fuera mentira. Aferrarnos a aquello en lo que seamos fuertes. Empezar por lo fácil para motivarnos. No confiarnos: el hábito tenderá a repetirse, y se nos colará cuando lo creamos superado.


LUCIDEZ Y POESÍA. El conocimiento es un ejercicio de lucidez, y la lucidez es un ejercicio de poesía.


SACRALIDAD. Cada detalle de la vida es sagrado cuando se encara desde el amor. Esto siempre lo supieron las religiones, que usan el amor como camino hacia lo sagrado. Pero de ese modo los disocian y hacen que uno parezca por encima del otro. Introducen la abstracción de la trascendencia, en lugar de quedarse con la inmediatez luminosa de lo sencillo. ¿Por qué? Yo preferiría considerar que lo sagrado es el amor mismo.


RUTINA. Llamamos rutina a la felicidad que hemos convertido en costumbre.


COMPASIÓN Y AMOR. Compasión, ya que no amor. ¿La compasión hace las veces de amor, o es amor en sí misma? ¿Una versión menor del amor, puesto que no lo entrega todo, o mayor, pues incorpora la voluntad?


NADA PERSONAL. Me gustan esos que se limitan a decir: estás fastidiado, pero tómatelo con calma. Al fin y al cabo, la vida es un asunto muy poco personal. Y si nos duele es tan solo porque un día nos cruzamos con ella.

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