miércoles, 21 de agosto de 2024

La gente es tarea

El grueso de esa tarea de vida que decía Ortega sucede entre los otros.
  


Una tarea de tejer lazos y mantenerlos, de ganar prestigio y reafirmarlo, de sortear conflictos y salir airoso, de intercambiar y no salir perdiendo, de medir poderes y no ser subyugado, de conquistar y poner límites… Un quehacer incesante en un escenario tornadizo, tan arduo que la evolución tuvo que sumarnos materia gris para poder manejarlo. 

De la gente podemos esperar los mayores goces ―no hay nada superior al amor― y los más amargos sinsabores. Depende de la pericia que logremos en la interacción, pero también de la energía que le dediquemos. Hay quien nace con un don y esa es su suerte; para los que no lo llevamos de serie, la atención y el aprendizaje son nuestras herramientas. Un apaño siempre endeble y precario. Como en cualquier arte, la técnica ayuda, pero no suple la intuición. 

Para mí, la convivencia exige una ardua disciplina que me abruma y de la que, por otra parte, tampoco espero mucho. Eso hace que me falte iniciativa y que me canse pronto. Así que, aparte de unas pocas amistades, suelo deslizarme discretamente por intercambios de vuelo bajo y poca filigrana. Una sonrisa y unas palabras circunstanciales ya me iluminan el día. A veces hace frío, pero se camina ligero sin deudas pendientes. 

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