Retahíla segunda


ENVEJECER. Uno envejece cuando manda la pereza, y puede más que el entusiasmo o la expectativa de placer.

MUSAS DE LA ALEGRÍA. Hay personas que nos hacen felices con su mera presencia. ¿A qué se debe esa magia? No tanto a lo que saben transmitirnos como a lo que sin pretenderlo nos despiertan. Musa de la alegría: ¡qué hermosa ocupación!

HACER. Hay cosas que se empiezan para acabarlas, para cumplir con ellas un ciclo y darlas por completas. Otras, en cambio, se empiezan para quedarse en ellas, para mantenerlas en marcha. Sea como fuere, todo cuesta: empezar, porque nos obligará a seguir, que es un trabajo, o a abandonar, que es una frustración; acabar, porque para ello hay que persistir sin decaer; y mantenerse, sobre todo, porque es como empezar una y otra vez sin concluir nunca, como le pasaba a Sísifo con su piedra.
Hacer, en fin, es difícil. Renunciar, en cambio, solo es triste, y la tristeza siempre es fácil y agradecida, y, sobre todo, grata de olvidar. La vida es triste de por sí, lo que cuesta es la alegría. En la renuncia se puede descansar. Vivir es perder, pero luchando como si ganar fuese posible.

TRAMPAS. Caemos en las trampas de los demás, incluso en las más elementales, incluso en las mismas una y otra vez. A mí me han tomado el pelo muy a menudo; no lo agradeceré, pero tampoco estoy muy seguro de tener derecho a reprochárselo. Jugaron sus cartas: no tienen la culpa de que yo haya sido un torpe jugador. Se limitaron a utilizarme más que a quererme, y, ¿cómo va a ser eso reprochable? Puede resultar frustrante, pero en ningún caso malvado.

MALDADES. Es fácil considerar bueno a lo que nos da la razón, y malo a lo que no está de nuestra parte. Una cosa es la rivalidad o la antipatía, y otra la maldad. No somos responsables de nuestras "afinidades electivas"; de nuestras maldades, sí.

CRECER. Los niños están hechos para crecer, y eso es lo que hacen cuando no los vemos. El desafío de nuestro amor por ellos es permitírselo sin reticencias. 

REALIDAD. Lo que llamamos "realidad", y que nos es íntimamente inaccesible, debe tenerse por una inmensa y compleja alegoría, un escenario simbólico que constantemente quiere hablarnos de una sola cosas: nosotros mismos.
Es plausible, por tanto, que el mejor instrumento para movernos por este "teatro mágico" no sean ni el dogma, ni la palabra, ni la información objetiva, ni el rastreo de relaciones causa-efecto, ni el empirismo. Cabe que sean más apropiadas la creatividad y la imaginación. Ha llegado el momento de dar la razón a los poetas, y reconocer el valor y la necesidad de la metáfora y el mito.

PERPLEJIDADPreferiríamos que las cosas se ciñeran a la idea que tenemos de ellas, porque eso simplificaría el mundo. Sin embargo, las cosas parecen siempre dispuestas a interpelarnos de nuevo, para demostrarnos que no se conforman con nuestros prejuicios, y que el estado natural del conocimiento es la perplejidad.

EXPLICARSE LA VIDA. Todo depende, en suma, de cómo se explica cada cual la vida a sí mismo. Hay quien se la narra como un cuento, o como una comedia, o como un drama. Hay quien se pasa la vida buscando enemigos, y ese siempre está luchando. Hay quien huye, y encuentra perseguidores. Hay quien se empeña en que todo es complicado, y consigue enmarañarse. Hay quien se obceca en triunfar, pero inconscientemente tiene miedo, y fracasa. 

NEURÓTICO. El neurótico, ¿es más sensible porque es neurótico, o es más neurótico por ser especialmente sensible?

COMPRENDER. ¿Por qué comprender nos ayuda a sufrir menos? Porque nos apuntala la ilusión de control.

NOSTALGIAS. Miro viejas fotos felices, nostálgico. Luego las guardo y me río de esos recuerdos bellos, ¿falsos?

PENSARPensar requiere dar un paso atrás, para conseguir perspectiva. Porque el pensamiento creativo consiste en captar nuevos conjuntos, en intuir nuevas relaciones generales, a partir de una nueva disposición de los sistemas. Hace falta poder ver el contexto: los árboles y el bosque.

AMBIVALENCIA. La frustración genera resentimiento. Luego es inevitable la ambivalencia en todos los objetos, como objetos de amor y objetos de odio.

SUPERAR EL EGOCENTRISMO. Habría que empezar a entender que el mundo no tiene nada personal, ni contra nosotros ni a nuestro favor. Es nuestro mundo y nuestra identidad, pero su casuística no acontece con respecto a nosotros. Esa es una visión infantil temprana (el egocentrismo) que hay que superar. Hay que comprender que sucede más bien al revés: nosotros acontecemos con respecto al mundo. Él es el fondo y nosotros la forma. Una forma siempre por inventar.

CONFLICTO PRIMORDIAL. El conflicto primordial es el del individuo con el mundo. El conflicto, dinámica y dialécticamente, se resuelve en una nueva adaptación al mundo, que puede ser operativa o inoperativa; la tendencia normal sería a una operatividad de supervivencia, pero la complejidad cognitiva y afectiva hace que la aparente adaptación sea, en realidad, un modo de permanecer inadaptado.

LA BATALLA DE HOY. Ahora estoy aquí, en la batalla de hoy, ungido de guerrero, de caminante en busca del equilibrio y la paz. Caminante solitario, pero no del todo solo: tengo maestros, conozco los mapas. El abrigo es la meditación, en un contexto de simplicidad y realismo. La fuerza es la vida misma, el aliento divino que me ha engendrado, y que no me abandona. Las armas son el estudio, la terapia y sobre todo la atención. Estoy en mi patria -mi paisaje-, cumplo mi destino. Los dioses no me abandonarán.

SEGUIR AHÍ. He descubierto la clave de la relación con los demás: se trata de seguir ahí. Amar no es estar bien siempre con los otros. A menudo, todos somos insoportables. Pero, igual que a veces no nos aguantamos ni a nosotros mismos, y sin embargo seguimos ahí, a nuestro lado, quizá se trate de seguir cerca de los demás a pesar de que muchas veces estemos cansados o enfadados. Puede que amar tenga bastante de empeño, como sugería Fromm.

VIRTUDES Y DEFECTOS. Toda mi vida he tenido a mi favor, creo, una intensa curiosidad y una facilidad para el entusiasmo. En mi contra, claramente y casi siempre anulando la fuerza que me conferían las mencionadas virtudes, esa tendencia a la autoderrota y una lánguida pereza que me ha hecho inconstante y me ha desanimado ante las dificultades.

CONTRASTES. La felicidad y la paz, tal como se viven en el samsara cotidiano, son ante todo cuestión de contrastes. Las notamos cuando termina una tensión o un miedo intensos (de los que a veces ni siquiera éramos conscientes, y que comprendemos cuando se acaban, como un ruido de fondo que se acalla de repente). Y volvemos a notarlas cuando ellas mismas son interrumpidas por la inquietud siguiente.

DANZA. Los hinduistas consideran el mundo como una danza.
Así se puede ver la relación con las personas: una danza de dar y recibir, de alegrías y tristezas, de satisfacciones y desencuentros…
Tal vez amar no pide todo, ni tiene por qué darlo todo… Quizá baste con que se haga con el mismo entusiasmo, el mismo arrobo que ponemos al danzar. Pedir y dar es lo que pone en marcha y mantiene la danza; con la condición de ser auténtico, no absoluto.

SURFEAR EL DESEO. El deseo, y el apego consecuente: tiene razón el budismo al señalarlos como los verdaderos enemigos, venenos, minadores de la mente. ¿Se podría responder al deseo como el surfista a las olas, cabalgando sobre él, deslizándose, dejándose empujar, para luego dejarlo ir y romper en la arena? ¿Se podría disfrutar sin aferrarse? Igual de las ideas, de las personas, de todo lo demás…

IRA. Es mejor no caer en la ira, o en la ofensa o la agresividad, porque estas cosas dejan marca, labran surcos en el espíritu que luego arrastramos y tenemos que curar con gran trabajo. 

MEJOR LA REALIDAD. Los contratiempos reales son siempre más llevaderos que el temor que los presiente entre penumbras sin perfil. 

SABIDURÍA. No soy sabio, pero quizá baste con vivir como si lo fuera un poco. 

ESCOMBROS. Asomarse al pasado es adentrarse en una montaña de escombros: el resultado de la interminable tarea de recomponerlos suele ser incompleto y desgarbado. Mientras tanto, ese trasiego con la basura nos habrá alejado de la vida real del presente. Por suerte, a estas alturas de mi vida ya no siento muchas tentaciones de bucear por el légamo de la infancia. Así que queden en paz mis muertos: los honro y los venero, pero no aspiro a dialogar con ellos ni a que me den muchas explicaciones.

POZO DEL SUFRIMIENTO. No sé en qué historia hindú se habla del pozo del sufrimiento, un venero que nunca debe quedar seco. Tal vez haya una especie de ley de conservación del sufrimiento (al menos del neurótico): cuando algo ya no nos duele, nos dolerá otra cosa. ¿Horror vacui?

PULSO. Puede que, en cierto nivel, todo encuentro sea un pulso entre dos poderes, dos proyectos, dos anhelos. Todo encuentro es un impacto entre dos egos que necesitan sostenerse a toda costa: intentarán convertir al otro en cómplice y puntal. ¿Puede el amor mandar más que ese pulso, o es un pulso en sí mismo?

MÁSCARA. Necesito recordarme a menudo -¡soy tan olvidadizo!- que esto es un baile de disfraces, y que aquel con el que me identifico es en realidad una máscara.

PRESENCIA. Como dice Durkheim, la ocasión para practicar el camino interior se presenta a cada instante. El verdadero reto, el aprendizaje auténtico, consisten en hacer de cada instante cotidiano -el de aquí, el de ahora- un ejercicio de liberación. De verdad. De profundización… Cuando se consigue la presencia, todo está logrado. 

INCONSCIENCIA. Afortunadamente, es más fácil ser consciente de los defectos ajenos que de los propios. Sería insoportable estar a todas horas con alguien tan defectuoso.

ESCUCHAR LA TRISTEZA. T. Moore aconseja no querer librarse de la tristeza a toda costa. Sus noches oscuras traen su propio mensaje: hagámosle lugar, sin meterle prisa. Si una etapa se orienta bajo el signo de Saturno, transitémosla confiados y fieles. Considerémosla el regreso a los infiernos que nos volverá a la luz, un día, más sabios y más completos. Son los ritmos secretos del alma… Pensarlo así da otro sentido a los pesares, nos amiga con ellos, hace que los consideremos una oportunidad en lugar de un mero padecimiento.

ALIVIAR EL DUELO. No quiero ser demasiado exigente (iluso) con el amor: procede de nosotros, así que quizá no se pueda esperar mucho de él. Sin embargo, debería otorgar algunos dones sencillos: paciencia, algo de confianza, generosidad, claridad, fidelidad… Yo sé que he fallado en muchas de ellas, pero al menos puse perseverancia y tiempo. También esperanza (que es una forma de confianza) y una alegría que se parece a una sonrisa buena. Por supuesto, todo eso no tendría por qué ser suficiente, y no lo ha sido. Pero alivia el duelo de la despedida.

HONDAS. No permitas que tu impulso se disipe en temores: toma su energía, sin perder de vista el centro, y úsala como una honda que te lance un paso más allá.
Que todo te conduzca en dirección a tu destino: la rabia y el amor, tus propios enemigos.

DOLOR INEVITABLE. Es inevitable provocar dolor, seguramente más que recibirlo. Siempre se rompe algo al tropezar. La vida está repleta de esquinas ardientes y violentas. Eso, que no nos excusa, tal vez nos ayude a juzgarnos con más compasión.

SONRISA. La sonrisa ante la vida la tienes que poner tú. Sonreír es una valentía, a veces un esfuerzo, pero si se convierte en hábito sale casi sola.

OPINIÓN: Que todos los demás opinen lo contrario a nosotros no significa que no tengamos razón, significa que tenerla nos servirá de poco.

CRUELDAD. Evita ser cruel contigo mismo, porque acabarás siendo cruel con los demás.

SEGUIR LA PROPIA ESTRELLA. ¿Por qué empeñar las fuerzas en que te comprendan, o que te den la razón, o que te traten con justicia, o que te concedan lo que dices merecer? Confía, agradece lo que tienes, que te hace rico, y lo que no tienes, que te hace libre. Para lo importante, pocas cosas son útiles y ninguna imprescindible. No esperes: camina. Tranquiliza a tu ego y sal al aire libre: te basta una alforja y aun es posible que debas abandonarla en el primer recodo. Ofensas, trampas, tratos desventajosos… ¿Qué importancia tienen? Tú sigues a una estrella, y el ladrón, como dice el viejo haiku, se la dejó en la ventana.

VERGÜENZAEl ridículo quebranta parte de nuestro ego: bienvenido sea. La vergüenza nos educa en la norma, nos regresa a la tribu, nos restituye a nuestra individualidad vulnerable y torpe.

CONQUISTAR LA SABIDURÍA. Algo en nosotros se deleita en la ignorancia. La sabiduría, entonces, debe construirse contra nuestra naturaleza, es un proyecto excepcional y artificial. Los venenos son lo normal: lo que hay que conquistar son los antídotos.

LOCURA Y LUCIDEZ. Todos estamos un poco locos. La vida es difícil. La lucidez es el intento de mirar con claridad a pesar de la niebla, del miedo, de la locura (locura, más que estupidez; miopía, no ceguera).

ENFERMEDAD Y CURACIÓN. Las enfermedades curan cuando las cosas vuelven a su sitio: el hijo pródigo a su padre, el rey a su reino… A veces hay que hacer un largo viaje para regresar a casa, como Ulises. La vida entera es un salto de la tierra a la tierra. Todo ansía la aventura para suceder, todo tiende al regreso para descansar. No temamos, pues, ni los caminos que nos extravían ni los anocheceres que nos repliegan en el hogar: son dos episodios de la misma historia.

SABIDURÍA DE LA INSEGURIDAD. Aceptar serenamente la inseguridad en uno mismo ya es un valiente ejercicio de seguridad. La inseguridad, como dijo A. Watts, tiene su propia sabiduría.

OPINIONES AJENAS. ¿Tú qué sabes de lo que piensan los demás, en especial lo que piensan sobre ti? Seguramente te sorprenderías, para bien y para mal. Además, nuestros conceptos de la gente suelen ser ambivalentes e inestables: el que te aprecia hoy, mañana te considera insoportable o despreciable; y al revés.
Permite que los demás te eduquen con sus opiniones… Y si no te son útiles, déjalas pasar. No vale la pena perder el tiempo con lo que no ayuda.

DON DE LA OPORTUNIDAD. La clave de la sabiduría consiste en el don de la oportunidad: lugar correcto, momento apropiado.

DESAPEGO. La idea del desapego no es exclusiva de Oriente: todas las comunidades religiosas hacen voto de pobreza, que es la práctica del desapego sin su teoría. Pero el budismo llega más lejos, al convertirlo en una actitud consciente ante todas las cosas, incluidas las ideas y las emociones. Se diría que el desprendimiento budista es más radical, más deliberado: no es tanto una resignación como una apuesta por la alegría.

LACÓNICOSCuenta la leyenda que los lacónicos (más conocidos hoy como espartanos) hablaban muy poco. Dicen que, antes de hablar, siempre se hacían tres preguntas: ¿Es realmente importante lo que voy a decir? ¿Puedo hacer daño a alguien con mis palabras? ¿Cambiará algo lo que yo diga? Se comprende que hablaran tan poco.


GENTE. Nunca se me dio muy bien elegir a la gente. Ni tuve iniciativa, porque soy más bien descastado; ni tuve criterio, porque a mi intuición le cuesta atinar. Tengo que concluir, entonces, que en el fondo soy una persona con suerte: por cada canalla que me he cruzado, me han tocado (a menudo sin merecérmelo) varias personas buenas.

SOLEDAD. La soledad no es una maravilla. De hecho, puede ser tan importuna como una compañía fastidiosa. Pero al menos uno no tiene que dar explicaciones por sus fastidios.

PROGRESO. Nos acostumbramos deprisa a la comodidad. Entonces, de repente, nos molestan cosas que antes nos pasaban desapercibidas. Cada nuevo nivel de satisfacción instaura nuevas aspiraciones… y nuevas turbulencias.

POR DELANTE. Siempre ponemos algo por delante para no estarnos quietos, para que algo tire de nosotros hacia el futuro y sentir que aún nos queda alguna cosa importante por hacer. No hay que darse demasiado descanso: el vacío acecha.

CRECERSE EN LA DIFICULTAD. Muchos lo han dicho, a menudo para fomentar el conformismo, pero también para sacudirnos la modorra. A menudo, por paradójico que parezca, nos crecemos en la dificultad, luego necesitamos dificultades para crecer. Cuando lo pequeño se hace insuperable (o insoportable), tal vez haga falta un reto grande que nos despierte y ponga las cosas en su sitio (o nos obligue a buscarles un sitio nuevo). Demasiada calma nos aturde.

EDADLa edad nos hace conservadores no porque sepamos más, sino porque estamos más cansados y tenemos más miedo.

NEURÓTICOEl neurótico se ha escabullido, en cierto modo, de su libertad. Si no inventamos algo con la voluntad, quizá lo invente por ella el inconsciente.

AMOR Y RESPETO. Nunca creí que me quisiera, porque no me respetaba. Ahora comprendo mejor por qué estaba en lo cierto: porque no hay amor sin respeto. Tal vez haya un amor que surge de la comprensión, pero en cualquier caso no es lo mismo, y en el fondo ni siquiera la precisa. Le basta con reconocer al otro, o sea, respetarlo. De hecho, respetar ya es amar.


EGOCENTRISMO. ¡Cuántos sinsabores nos imponemos por el hecho de andar demasiado pendientes de nosotros mismos! ¡Ojalá fuéramos capaces de darnos un poco menos de importancia y mirar afuera! Hacer algo por los demás es casi siempre la mejor terapia, y además una oportunidad para el amor, porque hallamos el amor al actuarlo.

LO ÉTICO Y LO POÉTICO. El corazón de la ética probablemente reside en la poesía. La ética es una poesía del comportamiento. Lo que confiere fuerza a un principio ético no es tanto su coherencia racional (siempre discutible, y que por tanto nos llevaría al relativismo del "todo vale") como su valor emocional: poético.

MENOS YO. He vuelto a preocuparme por mí… ¡Con lo bien que me iba ignorándome!

LÍMITES. Hay que saber con qué se las tiene uno, y atenerse a la propia medida. Hay cosas que no puedes controlar, que te superan, que sencillamente son más fuertes… Si se acerca una estampida, ponte a un lado, si no quieres acabar pisoteado y rodando por los suelos. Admitir los límites también es valentía.

HORROR VACUI. Siempre lo estamos diciendo: nos sentimos agotados, necesitamos descansar; pero no podemos, porque nunca está todo acabado. En el punto en que una tarea concluye, otra empieza. A veces soñamos con detenernos, pero en realidad le tenemos miedo a ese vacío que quedaría si se apagara nuestro ruido. Tememos todos los vacíos y por eso necesitamos llenarlo todo sin parar, no vaya a ser que nos quedemos demasiado desnudos ante el espejo, y no sepamos qué hacer con nosotros.

CONFIAR, AMAR. No se puede estar permanentemente en alerta. No hay más remedio que confiar, al menos en alguien, al menos de vez en cuando, aunque eso acabe por perdernos. Necesitamos el amor y la amistad, la complicidad y el apoyo. La soledad pura sería demasiado solitaria: nos dejaría a merced de lo que somos y lo que tenemos, nuestras manías, nuestras locuras. Amamos para sentir que no vivimos atrapados en nuestra piel, para salvarnos de nosotros mismos.

INSOPORTABLESSolo es cuestión de tiempo para que surja la oportunidad de que la gente se nos vuelva insoportable. Sobre todo cuando nos vemos obligados a convivir con ella y no disponemos al menos de respiros ocasionales. ¿Por qué? Porque la convivencia nos aprisiona en la red de los otros, no nos deja escapatoria. Esto nos resulta descorazonador e irritante, sobre todo, a los asociales, y se incrementa con la baja autoestima (¿tendrán conexión la una con la otra?). ¿Cómo aguantar a los demás si ni siquiera tenemos paciencia suficiente para nosotros mismos?

VERGÜENZASVergüenza benigna, que nos restaura el valor de nuestros actos y la medida de nuestras mezquindades, que nos ayuda a cobrar conciencia y corregir. Vergüenza perniciosa, que nos hace sentirnos siempre indignos, que nos impide dirigirnos hacia nuestros deseos y disfrutar de nuestras alegrías, que nos entorpece las relaciones y nos hace suspicaces y titubeantes. Vergüenza que nos espolea, frente a la que nos intimida y nos debilita.


PROFECÍAS AUTOCUMPLIDAS. Nuestras sutiles maneras de convertir lo peor en realidad. (Por otra parte, no olvidar que si lo hacemos es porque hay alguna ganancia secundaria: luego en el fondo estamos yendo en la dirección de lo que aparentemente tememos u odiamos).

INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA SABIDURÍA¡Qué injusto, qué ridículo es mirar por encima del hombro a otros por el hecho de contar con más conocimientos que ellos! La mayoría de los conocimientos son datos, y los datos son la calderilla del conocimiento, el barro que aún falta modelar con las ideas. ¿Quién dijo, en todo caso, que los conocimientos sean útiles para la vida y la felicidad? Quizá esos otros que nos parecen "poco ilustrados" podrían darnos lecciones de eficacia, de bondad, de felicidad.

MELANCOLÍACuidado con ceder a las dulzuras de la melancolía, suele ser tramposa. Se recrea con demasiada complacencia en la tristeza, y la tristeza no suele ser más que la contrariedad de nuestros caprichos.

DIOSESLos dioses ordenan nuestras jerarquías, y nos regresan a nuestra insignificancia. Son buenos compañeros de fantasía. Es un alivio saber qué es lo más importante; y un alivio aun mayor asumir que no somos nosotros, ni nuestras manías, ni nuestros miedos. En la propia insignificancia se perfila la ajena, y viceversa. No queda un rincón del universo que no sea reducido a la futilidad por la presencia de un dios, y los dioses, como argüía Epicuro, viven en su remota altura, ajena a la ridiculez del mundo humano: queda claro, por partida doble, que no hay nada que merezca nuestra preocupación, no tenemos la menor responsabilidad en el destino del universo.


ABUSO DE EMPATÍA. Para el autodestructivo, el drama ajeno es una tentación, una llamada a ensanchar el propio dolor apropiándose del de otro. ¿Cómo no compadecerse de uno mismo, con tanto dolor a cuestas? 


PALABRERÍA. Eso le parecerán a mucha gente estas meditaciones. Desde su punto de vista, tienen razón. Pero si pierde el tiempo leyéndolas, el problema es suyo, no mío.

DESCUBRIR LO VALIOSO. En cada persona hay algo que vale mucho y espera ser descubierto. Hay que mirar a la gente desde ahí.

ERRORES. El error es un hecho social. Sin contexto humano no hay errores, pues desaparecen los juicios. Sin punto de referencia no hay valoración. Robinson Crusoe, mientras se mantenía a salvo de la memoria, no se equivocaba nunca.

COMPARACIÓNDichosos los que no se comparan: sea porque solo se ven a sí mismos o porque se sienten completamente a salvo de los demás. 

LUCIDEZ ANTE EL ENAMORAMIENTO. Para aliviar el delirio del amor basta con imaginar los pedregosos detalles de una vida cotidiana en común, o lo bien que se las arreglaría el otro en nuestra ausencia. Ese baño de realidad quizá no nos haga embelesarnos menos -el enamoramiento es obstinado porque se cree excepcional-, pero tal vez convierta nuestro afecto en más realista, y haga más llevaderas sus contrariedades. De todos modos, no hay garantía: cuando nos enamoramos estamos demasiado ocupados en sentir para pensar. Y quizá eso esté bien, después de todo.

OTRAS MENTIRAS. ¿Ocultar parte de la verdad es mentir? Sí, cuando sirve para deformarla.

TRAMAS FEMENINAS. Las mujeres tejen tramas afectivas muy intensas, para bien y para mal. Por eso aman y odian con más pertinacia que los hombres. Sobre todo entre ellas.

NATURALEZA Y ÉTICA. ¿Seremos éticos por naturaleza? ¿Por la misma naturaleza que nos hace crueles y sanguinarios? La misma presión evolutiva nos habría llevado a la vez en ambas direcciones. ¿Qué predomina? ¿Hasta qué punto queremos ser una cosa o la otra, y hasta qué punto podemos influir voluntariamente en ello? ¿Acaso la posible base "natural" de la ética, por más que establezca unas pautas universales, invalida su carácter de proyecto libre y voluntario, personal y basado no en instintos, sino en valores? En definitiva, y como decretaba Sartre, ¿no basta con un pequeño margen de libertad para seguir siendo responsables de la dirección de nuestra vida?

DOLORLo malo no es el dolor, sino sufrir en vano. El dolor, que no buscaremos pero que vendrá, también es fuerza, y tiene sus propios dones. Pero también se encanalla: entonces no vale la pena.

TROPIEZOSOído a una madre diciéndoselo a su hijo: "No pasa nada por tropezar. Quien tropieza y no se cae adelanta terreno". Eso es deportividad.

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