REGRESO. Volví al hogar después de mucho tiempo, en busca de la patria en la que me crie. Pero me encontré que todo había cambiado. Maldije y lloré hasta que comprendí que tampoco yo era el mismo.
DISTANCIA Y OLVIDO. No es lo ideal, pero quizá cure la rabia y el resentimiento. Secar el corazón.
SENTIR Y CONOCER. Amar, odiar, temer, también son modos de conocer a los otros (y, por ende, a nosotros mismos). Son maneras de aproximarnos a su enigma, y cada una aporta su propia perspectiva. Los sentimientos, eso sí, revelan tanto como ocultan, desvelan tanto como confunden.
AMISTADES PELIGROSAS. Los más cercanos siempre son los que hacen más daño. Porque son aquellos ante los cuales somos más vulnerables. Los que nos pillan con la guardia bajada, los que conocen nuestros puntos débiles, los que tropiezan con nosotros.
LA TRISTEZA COMO ÉNFASIS. "Cómo no voy a sentirme mal, mira lo que me ha pasado". A veces nuestras tristezas son modos de dar importancia, de remarcar determinadas vivencias.
LLEVARSE LA CONTRARIA. Está muy bien mantenerse a favor de uno mismo, pero de vez en cuando es muy saludable llevarse un poco la contraria. Al fin y al cabo, por mucha voluntad de poder que tengamos, no dejamos de ser simples individuos, fugaces sombras de la vida.
RECUERDOS. Los recuerdos son fantasías de la memoria.
ANTIPATÍA. ¿Por qué no habrían de caerme mal determinadas personas? La antipatía es un mecanismo de defensa. Nos permite dosificar y justificar las distancias.
ODIO PREVENTIVO. A menudo odiamos a los demás para adelantarnos a su rechazo.
VERDAD INCÓMODA. Todo en nosotros está hecho para prevenirse de la verdad como de una enemiga; desmembrarla y recomponerla como más nos conviene. Pero eso mismo hace que la verdad nos persiga desde cada rincón. Nuestro esfuerzo por disimularla es el que la hace presente, como a un cautivo ilustre.
IMPRESIONES. ¿Te parece encantador? Suerte para ti. ¿Te parece odioso? Problema tuyo. La realidad va por su cuenta, indiferente a tus impresiones. Estas hablan de cómo te sitúas ante ella, no de su naturaleza. El dolor de una herida te atañe a ti, no a aquello que te la ha causado.
ALEGRÍAS. Hay que disfrutar las alegrías cuando vienen, y no reservarlas para momentos mejores como quien guarda un dulce para saborear más tarde. Porque no hay momentos mejores, solo hay tiempos distintos en los que el mundo cambia y las alegrías ya no son las mismas, ni nosotros tampoco. La belleza se desvirtúa, el amor languidece, el amigo se marcha. Los caminos se llenan de enredaderas, los viejos tejados se derrumban, enronquece la voz con que cantábamos... Quien quiera (y pueda) ser feliz, séalo, decía Lorenzo el Magnífico, porque nada envejece más aprisa que la felicidad.
TÓPICOS. Debemos reconocer que pensar nos da una pereza inmensa. Preferimos que otros piensen por nosotros, aunque lo hagan fatal. De ahí que usemos tantos lugares comunes, que nos aferremos a nuestros prejuicios y que, en fin, sea tan fácil manipularnos. Si una cosa se afirma con convicción, y si además lo hacen muchos, por algo será. Si suena bien, nos da la razón o reafirma nuestros intereses, tanto mejor. La verdad, tan ardua, siempre puede esperar. Además, ya se sabe que hay muchas verdades. Por qué esta que repito tendría que resultar más cuestionable.
EFÍMERA BELLEZA. Es difícil resistirse cuando en medio de la niebla irrumpe el esplendor de la belleza. Es como un reducto de la alegría, una insinuación de ese agarradero para desesperados que es la esperanza. Sin embargo, mejor no agarrarse con demasiada fuerza: lo bueno suele ser efímero y escurridizo.
EMANCIPARME DE MÍ. Vivir me asusta y me aburre a partes iguales. Diría que me aburre estar siempre asustado, quizá porque no me permite observar el mundo y olvidarme de mí mismo al mirar afuera. Lo aburrido, creo, es estar siempre pendiente de mí, como de un niño desvalido al que le puede pasar cualquier cosa si dejo de vigilarlo. Ya iría siendo hora de emanciparme de mí mismo.
ANTILUGARES. Los aeropuertos son tristes porque, incluso en las llegadas, siempre saben a despedida. Les llaman no-lugares. Tal vez resultaría más propio considerarlos «antilugares».
INCIERTO AMOR. Quizá nuestros amores hablen más de nuestros deseos que de las virtudes del otro. Quizás amar sea, después de todo, nuestro modo más hermoso de desconocer.
RECHAZO. Se rechaza lo que se teme. Se teme lo que se desconoce. Rechazar es muchas veces un tipo de ignorancia.
PACTOS DESIGUALES. Cuando un pacto no es entre iguales, o alguien impone su poder o bien alguien quiere dar gato por liebre.
DESPEDIDAS. La edad tiene sus leyes. Hay que ir despidiéndose de algunas cosas, por poca gracia que nos haga. Insistir en lo que ya no toca es tan patético como pretenderse excepcional.
AUTOCRÍTICA. Mantenerse crítico con uno mismo no es garantía de nada. La autocrítica puede resultar tan narcisista como la autosuficiencia.
PROXIMIDADES Y DISTANCIAS. Hay personas que cuando las ves mejora la salud. Otras nos enferman con su presencia. Proximidades y distancias tienen su delicada higiene.
RABIA Y COMPLICIDAD. La rabia, como el dolor, busca cómplices. Se odia más a gusto en compañía. Pero el amor lo queremos solo para nosotros.
PEDIR PERDÓN. Hace falta mucho coraje para pedir perdón. Hay que sobreponer la dignidad al ego.
SOBERBIO AUTODESPRECIO. Pretenderse el peor es también un tipo de soberbia. La del que no consigue ser aplaudido como el mejor.
PERDÓN Y JUSTICIA. El perdón no se interesa por la justicia. Es una afirmación de la vida.
NARCISISMO. ¡Qué empacho de un plato tan insulso como uno mismo!
RESILIENCIA. La clave en la resiliencia no es tanto la estrategia o la entereza como afrontar el desgaste que inevitablemente provoca. Algún precio hay que pagar por no ceder. Vivir siempre envejece.
INQUIETANTE ABRAZO. El mismo abrazo que nos rescata, cuando el mundo se desmorone, tal vez nos arrastre.
EN EL PRINCIPIO FUE EL VERBO. Hablamos para existir. Solo existe lo que se comunica.
INOCENCIA Y ESPERANZA. Inocencia y esperanza van de la mano y se pierden juntas.
ZANCADILLA IMPERSONAL. Las zancadillas son un asunto personal, pero ante todo para el que las pone; el otro tuvo la mala suerte de pasar por allí.
AMIGO DE LO QUE TE FALTA. «Lo tiene todo y no es feliz». Nadie que lo tenga todo puede ser feliz. Porque pierde el porvenir y el sentido: la expectativa, la lucha, el camino. Somos caminantes y conquistadores: nuestra naturaleza espera siempre una llamada, una luz en el horizonte, un lugar al que dirigirnos. No podemos vivir si no nos falta algo, quizá mucho. Por eso nuestro destino es la carencia, por eso no podemos permitirnos el lujo de ser felices. ¿Moraleja? Hazte amigo de lo que te falta y conviértelo en motivo.
MALES AJENOS. Para quien está bien es muy fácil juzgar al que está mal. Desde fuera todo parece más sencillo y esquemático. Todos somos buenos médicos de los males ajenos.
FUGACIDAD. Nos acostumbramos a la sombra de las cosas y no nos damos cuenta de que ya las hemos perdido.
DESASIMIENTO. Procura querer poco. Solo se pierde lo que queremos.
SABIDURÍA Y DESESPERACIÓN. La desesperación es una fuerza transformadora. A menudo vuelve necio al sabio, y sabio al necio.
LA FAMILIA, SIEMPRE. La familia nunca te abandona. No existe prisión más ineludible que la de los abrazos, ni deuda más inexorable que la del origen.
FEROZ VICTIMISMO. Hay que prevenirse de quienes se proclaman víctimas. No hay mayor coartada para la crueldad.
PELIGROSOS EXTREMOS. Si se aproxima un iracundo, corre. Si el que viene es un santurrón, corre más.
LO QUE IMPORTA. Lo remarcable no es que los demás importen poco; lo admirable es que importen algo.
TODO Y NADA. Una vez tuvo un sueño espléndido y aciago: soñó que podía alcanzarlo todo. Desde entonces nada fue suficiente.
VOLUBILIDAD. No te acostumbres a nada, porque ya has empezado a perderlo.
FELICIDAD Y RELATO. La felicidad es un buen recuerdo. No existe mientras vivimos: en el presente solo tenemos la violencia del gozo crudo. La dicha la cocinamos después, cuando la memoria traduce lo vivido en relato.
DESPRECIOS Y RECHAZOS. Nuestros desprecios y rechazos también hablan de nosotros. De lo que no queremos ser y tal vez somos.
LIBERTAD Y DETERMINISMO. La libertad existe, pero no hay modo de saber hasta dónde llega. ¿Equivale eso, en definitiva, al determinismo? ¿O más bien sería al revés? ¿Será la libertad el pozo por donde el determinismo se vacía?
AMAR Y DAR. Se da porque se ama. Pero tal vez se ame porque se da.
CRISOL DE BONDAD, CRISOL DE MALDAD. Sin la posibilidad de la maldad, la bondad no tendría ningún sentido. Lo bueno cobra entidad respecto a lo que no lo es. ¿Tendría algún valor una bondad que no se hubiera fraguado en el crisol de la maldad y no hubiera desertado de ella?
RESENTIMIENTO Y DEPRESIÓN. El resentimiento es un dolor atrapado en sí mismo. La depresión también lo es. ¿Tendrán más en común de lo que creemos?
QUEREMOS QUE NOS QUIERAN. Queremos que nos quieran para confirmar que somos queribles, que se nos reserva un lugar en la tribu, que contamos con los demás y ellos cuentan con nosotros. Es una de las seguridades más primarias y elementales, y nadie sufre su ausencia sin desolación o rencor.
AFABILIDAD. Estar a malas con los demás, a quien da más trabajo es a uno mismo. Tanto si el desencuentro es explícito como si se incuba en silencio, la aversión y el rencor traen muchos problemas. Y lo cierto es que, casi siempre, esos conflictos son irrelevantes o exagerados. No hay que dejar que cristalicen: la afabilidad es cuestión de salud.
ATRACCIÓN. La atracción sexual es una coartada para el entusiasmo. Es la vida que se embelesa con la vida. La otra persona es su emisario, tal como lo somos nosotros cuando nos eligen.
REBELDÍA Y CONTROL. No hay amor capaz de llenar el vacío de quien no se ama a sí mismo.
EMPUJE DE LOS HIJOS. Los hijos empujan para crecer. Es la fuerza de la semilla que al germinar socava la tierra. Es la fuerza del futuro abriéndose paso.
TIEMPOS FELICES. Cualquier tiempo fue feliz si no hubo maldad ni un gran dolor.
CIELO E INFIERNO. El cielo y el infierno existen. Yo los he visto en algunos sucesos y en ciertas miradas.
OBJECIONES AL RENCOR. El rencor es casi siempre una debilidad. Mantiene una llama que consume más al resentido. Honra demasiado al enemigo. El rencor guarda cuentas pendientes que pocas veces cobra. Mientras permanece agazapado, no hace más que intoxicar, como decía Scheler. O lo sacas pronto o mejor invocas el olvido.
SUEÑOS VANOS. Los sueños vanos no son gratuitos. Crean expectativas falsas y se pagan con desengaños.
PIROTECNIA. Siempre que hay pirotecnia hay espectáculo. Y poco más. Ruido y colores que se quedan en nada. La realidad es gris y silenciosa. Confía en lo humilde y lo aburrido, en lo que no tiene nada que perder y habla en voz baja.
LAS FOTOS Y EL TIEMPO. Uno se ve viejo en las fotos, y no piensa que en otras saldrá más viejo aún.
EXCEPCIÓN. No des nada por sentado. Todo es una excepción. Lo es la vida misma, quizá lo sea el universo entero.
FELICIDAD Y MEMORIA. Creemos ser dueños de la dicha que ya ha escapado. Solo poseemos los recuerdos: la felicidad es un espejismo de la memoria.
PROXIMIDIDAD. Los mayores bienes, pero también los peores daños, suelen venir de los próximos. Ellos son los que tienen más oportunidades, y más razones, para ambas cosas. Por algo querer es sinónimo de amar; no tengo tan claro que odiar sea su antónimo. Cuando se está cerca, se choca más tarde o más temprano.
DOLOR PERVERSO. Asegúrate de sufrir mucho. Así siempre podrás reprochárselo a los demás y manipularlos a través de la culpabilidad.
SUEÑO EQUIVOCADO. Quizá los deseos se cumplieron mientras estábamos en el sueño equivocado.
DEBILIDADES. Hay quien se parapeta en sus debilidades, usándolas como salvoconductos.
BONDAD Y SENCILLEZ. Tal vez la bondad sea cuestión de sencillez. La bondad es más fácil cuando el sufrimiento es simple.
VOLVER A EMPEZAR. Uno cree haber descubierto la verdad y pronto comprueba que solo había llegado a un nuevo punto de partida.
HUMILDAD. Discrepo de Nietzsche: la humildad siempre tiene razón.
PROBLEMAS. Los problemas reales nos curan de los imaginarios.
SONRISA. Mi sonrisa también fue un regalo para mí. Si me la devuelven, mejor. Pero no la reclamo.
GRADO EN IGNORANCIA. Ya que no parece a mi alcance la sabiduría, tal vez logre graduarme en ignorancia.
HONORABLE DISTANCIA. No puedo amarte, pero honro tus misterios. No puedo acercarme a ti: te honro con la distancia.
APLAUSOS. Bienvenidos sean los aplausos si vienen, pero adiós si no vienen. El que no espera es libre.
EGOÍSMO IMPERFECTO. Cada cual va a lo suyo. Pero resulta que el camino pasa por los demás. Esa es toda la historia del ser humano.
NO ERA UN SABIO. Un único detalle me bastó para comprobar que no era un sabio: no hacía una sola pregunta.
ELEGIR LAS BATALLAS. Hay que elegir bien las contiendas. No se plantan batallas para perderlas.
RIVALIDAD. Me opongo por sistema a los que parecen saber más que yo. Podría ser cierto.
SENTIMENTALISMO. El sentimentalismo es la caricatura del sentimiento. A menudo vence, pero no convence.
HONESTIDAD. Hay personas que son honestas no por convicción moral o por buena voluntad, sino por mero pragmatismo. La honradez favorece un entorno más seguro y una vida más tranquila. Tiene sentido y valor, pero no pasa de ser una herramienta útil, una moneda de cambio; un trámite reactivo. Carece de la potencia, el bello derroche del convencimiento; la fuerza expansiva de la intención gratuita.
DAÑINOS. Solo los que sufren, y algunos desalmados, se molestan en hacer mucho daño.
RESPONDER. A veces son los caminos los que nos eligen.
DESPEDIDAS. Todo encuentro prepara su despedida. Gratitud para quienes me acompañaron una parte del camino.
AMOR COSTUMBRE. Amar puede ser un propósito, un empeño. Para empezar, podría ser suficiente. Hay un amor que germina en la costumbre.
TOPOGRAFÍA DEL PODER. En las interacciones, el poder más elemental es topográfico: mira a ver en qué lugar te pones, y en qué lugar quieren ponerte. Lo determinante se decide ahí. Una vez empieza la función, cambiarse de butaca es más difícil.
IDENTIDAD TEATRAL. Nos convencemos con nuestros propios teatros. A menudo nos distraen, incluso nos resultan útiles, pero a veces nos atrapan. Creemos ser lo que nos vemos hacer.
VAMPIRISMOS. Vales en la medida en que resultas útil. Primero te absorben todo el jugo, y luego te reprochan que no lo tengas.
PUERTAS DEL YO. Necesitamos las fronteras del yo para delimitarnos y no disolvernos en el mundo. Pero las fronteras que nos contienen también nos constriñen. La muralla que nos protege, cerrada a cal y canto, puede impedirnos crecer. Hay que abrir las puertas de vez en cuando.
GOLPES. Hay golpes que nos vacían de repente, embates que hacen tambalearse los pilares maestros. Hay horas en las que flaquea el instinto y se desmayan las ganas de futuro. ¿Qué nos queda? Queda afirmar las leyes de la vida, capitular sin rabia ni vergüenza, devolver lo que se nos prestó sin avaricia. Y seguir, con lo puesto, lo que quede de camino.
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