viernes, 23 de junio de 2017

Sabiduría espontánea

Hecha la crítica social del pensamiento positivo, hay que admitir que la vida es más llevadera cuando la encaramos desde el entusiasmo y el optimismo.
Todos preferimos estar de buen humor, y precisamente el humor es uno de los recursos que aligeran la vida.

Todos necesitamos un espaldarazo de vez en cuando, y algunos tenemos una inclinación algo morbosa a la tristeza. Hay que aprender a capear los pensamientos sombríos. Pero no siempre ni a toda costa. Existen abatimientos legítimos, vivencias en las que el pesar es sencillamente lo que hay que vivir. Los duelos tienen su momento y su tiempo, e imprimen a la existencia una profundidad y una textura que también enseñan, que incluso nos hacen mejores. Preferiríamos saltárnoslos, pero los necesitamos como fondo para el contento.

De hecho, asombra que, dadas las circunstancias de nuestra vida, la mayoría de la gente se las apañe para ir tirando y ser moderadamente feliz. Incluso las personas con tendencias depresivas suelen encontrar maneras de seguir adelante. Eso hace pensar que existe una especie de sabiduría práctica y un fuerte instinto no solo de supervivencia, sino de júbilo; de forma natural, estamos de parte de la vida. Hay que aprender de esa sabiduría espontánea cuando la revela el prójimo.

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