miércoles, 21 de junio de 2017

El esclavo contento

El pensamiento positivo es una excelente fuente de conformismo.
Un medio ideal para contener peligrosos descontentos, para despertar esperanzas y atenuar los desarreglos anímicos y mentales que provoca la opresión salvaje. 

    La psicología terapéutica ha jugado ese papel durante todo el siglo XX, sustituyendo en parte a la religión, que lo ha cumplido durante milenios. Con las corrientes de autoayuda y pensamiento positivo, el sistema ni siquiera tiene que gastarse en proporcionarnos cura: igual que nos servimos en los supermercados y nos ponemos la gasolina en el coche, cada uno de nosotros ejerce como terapeuta de sí mismo. 

El capitalismo no nos quiere felices: nos quiere contentos. Es distinto. Quien es feliz se mantiene lúcido, posee unos principios, reflexiona; y, sobre todo: es consciente de lo que le haría infeliz. Para estar contento basta con someterse, con resignarse; cuanto menor conciencia, mejor. Mientras uno se afana en arreglarse a sí mismo, no atiende a un sistema que atenta contra él. Ya no se trata de organizarnos y movilizarnos para cambiar el mundo: el mundo cambiará solo, si cambiamos cada uno de nosotros. El esclavo contento rendirá más, se conformará antes, y acusará al esclavo descontento de no haber sido lo bastante positivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario