martes, 2 de julio de 2019

Encantos de Narciso

Nos gusta la gente que se ama, aunque nos peque de un cierto narcisismo,
incluso cuando se ama con esa insolencia altiva de los niños. ¿Por qué debería atraernos lo que cada cual se dedica tanto como lo que nos dedican a nosotros, o hasta más? 

    Porque con alguien que se quiere sabemos a qué atenernos. Alguien que se quiere de veras tiene menos necesidad de engañarnos y manipularnos, alguien que se respeta no nos venderá su libertad, pero tampoco comerciará con la nuestra. El Narciso recalcitrante resulta insoportable e invasivo, pues no verá en el mundo más que reflejos de sí; pero un Narciso prudente inspira simpatía.

En cambio, el que no se respeta deambula a ciegas por el mundo, tanteando formas que no descifra y pisoteando caminos que no nota bajo sus pies. No hay persona más triste, más extraviada ni, probablemente, más cruel. Porque el Narciso que hay en él no ha florecido, y solo anhela angustiosamente ocasiones para derramarse. Por más que simule desprendimiento, en realidad siente que no tiene nada, y no hace más que buscar la ocasión para apropiarse de todo. Por más que finja humildad, sueña con motivos para la soberbia. No se perdona, y no perdonará al mundo que le niegue lo que le falta.

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