martes, 28 de enero de 2020

Lo patético

¿A partir de qué punto lo trágico se convierte en patético?
¿O siempre lo es? Al fin y al cabo, el cosmos entero es trágico, si lo miramos desde la perspectiva del hombre, o nada en él lo es, si lo miramos desde la suya. Sin embargo, la sensibilidad se conmueve especialmente (si el corazón no es de piedra) ante males tan vastos que nos derrotan: las tragedias existen, y nos dan la medida de nuestra profunda vulnerabilidad.


Pero lo patético es otra cosa. Aunque el significado principal de la palabra siga siendo el etimológico (que causa intenso dolor o tristeza, del griego pathos), se ha extendido su uso con matiz desdeñoso, expresando una manifestación de pena desproporcionada hasta lo grotesco. Lo patético implica un abuso del lamento, una manera demasiado teatral y afectada de encarar el sufrimiento. Es patético el que se pasa de desgraciado, el que se recrea en los males y por eso no convence.

Habrá quien considere crueles tales juicios: cada cual se sabe lo suyo, ¿quién tiene derecho a juzgar algo tan íntimo como el dolor? Pongamos que solo uno mismo. Pero entonces debe ser uno mismo el que se reconozca patético tantas veces, y aprenda a moderar su tendencia a compadecerse. Nada más patético que regodearse en el propio mal.

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