martes, 21 de septiembre de 2021

Artistas

El portento del arte es que convierte la tarea humana en belleza.
Una danza, un cuadro, una poesía… Hace falta mucho entusiasmo para tanto trabajo, mucho ímpetu para tanta entrega, y mucha sensibilidad para tanta delicadeza. El resultado de esa conjunción es el asombro gozoso ante tal florecimiento de la fecundidad.


Las grandes obras marcan merecidamente las cumbres de esa condensación de la maravilla, pero no son las que más me interesan. Como producto de excepción, trazan hitos de una fuerza que nos impulsa a todos. Porque no todos somos genios, pero todos somos artistas. Todos inventamos y creamos, hasta donde nos dan la inteligencia y la pasión, retazos de belleza.

¿Hay mayor obra de arte que la propia vida? El buen vivir reclama inteligencia y ardor, buen gusto y empeño. Es arduo y complejo, y por eso exige casi siempre lo mejor de nosotros; teniendo en cuenta su dificultad, no lo hacemos tan mal. Administrar el placer y encajar el dolor; tolerar los deberes y los errores, y seguir adelante con ellos a cuestas; amar y llorar, conquistar y perder… ¿Quién no merece sentirse un poco artista, entre esas turbulencias? Persistir, resistir, insistir, y, finalmente, naufragar. ¡Cuánta fuerza hace falta, cuánto valor, qué arte tan exquisito y difícil! 

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