viernes, 24 de septiembre de 2021

Alegría y tristeza

La vida sabe a tristeza, escribe Comte-Sponville.
Y así es, pero solo porque tomamos partido por la alegría. Solo porque tenemos voluntad y deseo, y nos alzamos con ellos frente a la realidad.


Y la realidad es una resistencia, como el aire lo era para la paloma de Kant. Lo que se nos opone es lo que nos sostiene: ¿no era esa resistencia el medio para volar y la señal de que volaba? Y nosotros, ¿podríamos conquistar la alegría si no tuviéramos un mundo contra el que hacer fuerza? 

No podemos evitar la tristeza, pero sí confiar en ella, comprender ―y asumir― que es solo la necesaria resistencia del aire a nuestro vuelo. «La alegría es el paso del hombre de una menor a una mayor perfección», postulaba Spinoza. Y la tristeza lo contrario: un desgaste de potencia, una pérdida de conatus. ¿Y cómo se compone o se pierde esa perfección? En ese constante pulso entre nuestra voluntad de vivir, como la llamaría Schopenhauer, y la facticidad, como la llamaba Sartre: en definitiva, entre nosotros y el mundo. Eso es la vida, una ondulación permanente, de fuerzas y de afectos, de acciones y reacciones. «Estáis suspensos, como fiel de balanza, entre vuestra alegría y vuestra tristeza», meditaba Kahlil Gibran; «¿cómo evitar que, al pesar el tesoro, alegría y pesar suban y bajen?»

2 comentarios:

  1. Pienso que para la tristeza el papel que juegan nuestras expectativas es muy importante, de modo que la tristesa es un sentimiento que se puede adiestrar. Los estoicos, por ejemplo, con su máxima "no te apegues a nada" intentaban erradicar, entre otras cosas, el sentimiento de tristeza... los pesimistas, al contrario, intentan exacerbarlo.

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  2. Esa lección de los estoicos me ha sido muy útil para bregar con mis tristezas, yo que soy de talante melancólico... o, más bien, lo era, porque, en efecto, a fuerza de desapego -el mensaje budista es paralelo al estoico- y de "defender la alegría", como dice Serrat, he ido quitándome de encima bastantes telarañas de pesar.

    En este artículo lo que pretendía era probar una mirada comprensiva: sin defender la tristeza (¿quién la prefiere?), quería recordar que forma parte de los ritmos naturales del ánimo, que tiene su lugar y cumple su papel, que también hay una paz en aceptarla. Cordial saludo.

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