martes, 30 de noviembre de 2021

Discusiones

«Con la gente hay que elegir: o tener razón, o llevarse bien». Esta sentencia (o similar), que escuché en alguna parte, resulta algo rudimentaria y desde luego discutible, pero suena sensata. Recuerda aquel chiste, que me encanta, en el que uno le pregunta a otro cómo hace para mantenerse tan favorecido; «Nunca llevo la contraria», responde; «Hombre, no será por eso», replica el primero, a lo que el otro zanja: «Pues no será por eso».


Nuestras discusiones (y sobre todo las que tenemos con personas próximas) suelen remitirse a elementales pulsos de poder. No nos importa tanto tener razón como que se reconozca que la tenemos, es decir, salir vencedores. Cuando nos obcecamos en asuntos triviales, como quién se dejó la nevera abierta o quién trabaja más en la casa, en realidad lo que nos ronda es una insatisfacción en otras cosas que nos tocan más a fondo, por ejemplo si se nos está prestando suficiente atención, si se nos respeta o se nos ama. Eso suele ser lo que de verdad está en juego, y ahí sí tiene su importancia que se nos conceda, si no la razón, al menos la legitimidad de nuestros sentimientos. No podemos condescender con todo, so pena de acabar arrinconados y llenos de rencor. Pero es cierto que hay disputas que no valen la pena, y en eso el refrán tiene razón. O no.

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