martes, 26 de abril de 2022

Querellas inventadas

Somos capaces de desatar las más aparatosas querellas
con tal de llenar el vacío prosaico de nuestra existencia. Para sentirnos vivos, insistimos en tomarnos muy en serio: la importancia de nuestra tarea, la gravedad de nuestros peligros, la perversidad de nuestros enemigos.


Todo con tal de no aburrirnos, con tal de salvarnos del limbo de la trivialidad, ese légamo en el que somos prescindibles y donde vemos languidecer el sentido. 

Nos lo muestran los niños (y seguimos siendo niños). Juegan a que un monstruo los acecha tras una roca, a que los otros son los malos, para convencerse de que ellos son los buenos. Los juegos de los niños están llenos de heroicas escaramuzas y trágicas derrotas. No pelean porque haya adversarios, sino que inventan a los adversarios por el gusto de simular que pelean. El gran problema del acoso escolar, como cualquier violencia espontánea, es el fracaso de la imaginación (y de la educación), una escenificación desmandada de la turba que crucifica al chivo expiatorio. Un fracaso del amor, que es lo único que pone coto a la crueldad. 

No hay rival más a mano que el vecino, ni adversario más fiel que la pareja. Un pulso de vez en cuando limpia el polvo. Pero sin perspectiva ni querencia, puede acabar por devastarnos. 

2 comentarios:

  1. Hacía tiempo que no le leía. Pienso algo distinto sobre lo de bulling y por tanto, sobre el instinto de agresividad humano. Pero siempre me parece interesante lo que escribe.

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    1. Gracias por el comentario, y por la discrepancia, que me gustaría mucho conocer. El tema del acoso escolar es muy complejo, sería pretencioso por mi parte agotarlo con una pincelada. Además, me preocupa de primera mano, por mis propias experiencias personales y por mi ocupación de docente. Aquí solo me permito sugerir una posible interpretación a la que a veces he dado vueltas: los participantes en una interacción de acoso (víctima y verdugo), ¿estarán escenificando de forma rudimentaria la vieja tendencia humana a la rivalidad? ¿Se trata de erradicar el acoso, o más bien de intentar enseñar a los niños a escenificar sus rivalidades de modos más constructivos? Aquí dejo el apunte por si te animas (si me lo permites, nos tratamos de tú) a contrastarlo con los tuyos. En cualquier caso, un cordial saludo.

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