No soy partidario de las asociaciones benéficas: ni las que recogen ropa usada, ni las que recopilan firmas y luego piden dinero, ni siquiera las que organizan rifas o ayudas directas… Y no digamos las que dependen de la Iglesia o de otras empresas, y que les sirven de campaña propagandística.
Ahora a lo benéfico se le llama solidario, para disimular el paternalismo y la prepotencia conservadora que en el fondo encierra. Pero solidaria es la ayuda entre iguales, que nos da la fuerza del colectivo y nos eleva el nivel de conciencia. La ayuda al necesitado es limosna, sirve para calmar remordimientos en el sobrado, y para hundir más al mísero en su miseria, despertando en él, encima, el conformismo y la gratitud.
Gustau Nerin ha escrito una obra demoledora sobre la verdadera naturaleza de las ONG. El título ya lo dice todo: Blanco bueno busca negro pobre. Las ONG le hacen un trabajo de oro al sistema, tapando con trapos sucios los agujeros de sus alcantarillas; pero además son un negocio en sí mismas, y un entretenimiento para jóvenes en paro. El libro de Nerin es estremecedor. Habrá quien diga que mejor eso que nada, pero lo mismo se habría podido decir de los amos que trataban bien a los esclavos: sus migajas no justificaban la esclavitud.
No me gustan los libros que cuentan lo que ya me sé por mí mismo. No creo que me guste este libro jajajaa. Pero aplaudo que se escriban.
ResponderEliminarA mí me va bien que me reafirmen (o contradigan) lo que opino, sobre todo si lo hacen con cifras y hechos concretos. Porque casi nunca sé hasta dónde sé lo que sé. A menudo, por mera paz mental, me disfrazo a mí mismo la verdad, y corro el peligro de creerme mentiras solo por ser menos amargas. El libro que menciono carece de complacencia, es magnífico y terrible.
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