viernes, 10 de junio de 2022

Psicología heroica

A pesar de sus avances, la psicología sigue contando con un estatuto científico moderado.
Sus descubrimientos son aislados y relativos, pocas de sus teorías cubren un amplio recorrido. La psicología ha enunciado algunos principios bastante sólidos, aunque poco consistentes entre ellos, y que se tambalean al ser aplicados a la complejidad del individuo.


Esta falta de rigor se hace más ostensible en la clínica. El éxito o el fracaso de una terapia no dependen apenas del fundamento teórico en el que se base, sino, sobre todo, en el olfato y el don de gentes (o de palabra) del terapeuta. De ahí que se tienda a caer en cierta mitificación de ese personaje, y que el aura de “terapeuta” se asimile fácilmente a los arquetipos de chamán o guía espiritual. Un título, fruto de unos pocos años de estudios, puede servir entonces de coartada a arbitrariedades que, en lugar de ser aplicadas con la cautela que requerirían, suelen formularse con una autoridad injustificada, sin aportar argumentos ni base contrastada. 

Conozco a psicólogos, asesores de empresas o entidades, que juzgan situaciones que apenas conocen, y prescriben medidas para personas a las que no han visto una sola vez. Puede que sean brillantes o ingeniosos, pero difícilmente cabe considerarlos científicos.  

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