Los mitos relatan que el orden emergió misteriosamente del caos, y perdura contra él. Lo caótico y lo sistemático coexisten y se complementan, y nos toca sobrellevar su tensión si queremos que fecunde nuestra vida, como sucede con tantas otras paradojas y contradicciones (natural y artificial, serenidad y ansiedad, alegría y tristeza…).
Aristóteles nos recomendaba el camino medio; tal vez, al menos en algunas de esas dicotomías, se trate más bien de sostener los extremos y confiar en que su dialéctica fructifique en síntesis creativas.
El caos sin orden nos extravía hasta la destrucción, como probaron con su vida exaltados y bohemios. El orden inflexible nos esteriliza, como muestran las obcecaciones y los fanatismos. El caos, postula la ley de la entropía, se impone por sí mismo, y eso le confiere el poder de la exuberancia; el orden requiere tenacidad, sobre todo hasta consolidarlo en hábito, pero a cambio hace que la vida resulte desde ahí más doméstica y previsible. Platón acertó con la metáfora: es la alegoría del auriga, que conduce el carro arrastrado por los enardecidos caballos de las pasiones. Los caballos son la fuerza, el auriga la inteligencia y el control. Podemos dejar que nuestros impulsos tiren mientras los sujetamos de las riendas con firmeza.
Hoy, ojeando libros, he encontrado uno de breve sobre filosofía general. Empezaba por kant como paradigma de la ilustración y repasaba, en especial, los textos menores y más amenos del alemán.
ResponderEliminarMe he quedado con su "paz perpetua". Esa idea feliz y quizás boba que mediante el despertar racional de la humanidad, cuando ésta logre su mayoría de edad mental, como sociedad alcanzará un estado de perfecta organización: sin conflictos, sin caos, sin injusticias, sin accidentes ni desordenes... alcanzará un estado metafísico, es decir, moral (el comunismo según marx).
EN cambio Maquiavelo plantea el tema de otro modo: el conflicto social es el motor de toda sociedad ¡El conflicto da vida a toda sociedad! Por tanto, no hay que temer el conflicto social. Una sociedad sin conflictos internos, sin tensiones entre sus partes, está muerta.
Yo siempre he sido muy heraclitiano... de modo que para mí "el conflicto es el padre de todas las cosas" ;)
La paz perpetua... o la muerte eterna.
Gran tema.
Coincido en la devoción hacia Heráclito, de quien habríamos necesitado conocer más; y en la admiración por Maquiavelo, cuya sabiduría descarnada es la madre de todas las verdades (incómodas, como no podría ser de otra manera).
EliminarConflicto padre, conflicto motor, caos imprescindible y casi sagrado. No podríamos vivir en un caos puro, pero no habría vida sin un cierto caos. Soñamos con la paz, pero pertenecemos al reino de la guerra.
Inspiradoras acotaciones.