viernes, 11 de noviembre de 2022

Lo bueno y lo difícil

La ética es difícil porque estamos hechos para preferir lo grato a lo correcto
; lo que nos beneficia a lo benéfico; lo que nos da la razón a lo que tiene razón. Lo propio siempre nos queda más cerca que lo apropiado.


El interés inmediato se impone a una promesa distante. Estamos hechos para mantenernos de nuestra parte, más que para merecerlo. Y, sin embargo, ansiamos merecerlo. En ese probar a llevarnos la contraria, en ese freno de lo espontáneo para someterlo a lo preferible, reside el embrión de la ética. 

La ética es difícil porque no sale sola: hay que inventarla, hay que defenderla. La ética es un artificio siempre inacabado y frágil, en el que hay que insistir. La esencia de la vida se le resiste. El proyecto de dignidad humana se opone a la facticidad de su mero hedonismo. José Antonio Marina diría que es un lujo, o sea, algo que elegimos por gusto. Como el arte. 

Spinoza y Nietzsche abogaron por una ética que se alineara priorizando el interés. Spinoza lo defendía argumentando que Dios es todo. Nietzsche soñaba con la anulación de la moral: naturaleza pura y emancipada. Ambos acertaron en la descripción de la Vida. Pero la vida humana no se detiene en lo natural, quiere forjar lo mejor. Ahí se revela el valor de lo difícil.

2 comentarios:

  1. La ética me parece más bien un código de conducta y por tanto un código de vida. Y hay muchos códigos de vida, y por supuesto, no pocas veces antagónicos...

    ¿Por qué hay formas de vida completamente antagónicas?

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    1. Código, en efecto: la ética es arbitraria, de aspiración organizadora (y en consecuencia normativa), con pretensión de coherencia. Igual que el lenguaje, el código más exitoso: la ética es el lenguaje de la voluntad, que, desde el momento en que cobra conciencia de sí misma, se opone a la facticidad de lo dado y a las otras voluntades.

      Decidir es ir contra corriente, la ética es siempre dialéctica. Lo raro, entonces, no es que nuestros códigos resulten antagónicos, sino que a veces sean capaces de entenderse. La ética se acrisola en la batalla y florece en el acuerdo.

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