martes, 15 de noviembre de 2022

Eminencia

Dicen que es una eminencia.
Sus hipótesis son asumidas como preceptos, sus consideraciones como dogmas incuestionables. Y lo cierto es que, a pesar de mi suspicacia ante las vacas sagradas de todo pelaje (pues la excelencia me ha dado pruebas sobradas de su volubilidad), admito que da gusto escucharlo analizar las conductas, desentrañar los designios secretos, proponer escenarios que susciten la armonía.


Sin embargo, cuando lo miro a los ojos, cuando por un instante veo en él a un simple hombre entre otros hombres, me parece vislumbrar ráfagas sombrías en sus miradas, como si guardaran historias de estremecimientos infantiles, de padres que envejecen sin habernos comprendido, de hijos que crecen sin que podamos protegerlos del todo… 

Entonces me pregunto si él, que siempre tiene una ecuación para descifrar a los demás, sabrá dar cuenta tan cumplida de sí mismo; si él, que siempre dispone del remedio adecuado para los problemas ajenos, sabrá arreglárselas con sus propios estragos cotidianos. Caigo en la cuenta de las pocas veces que sonríe, de la frialdad que transmite su rigor, de lo solo que se debe estar subido al pedestal… Y entonces, tras los ornatos de sabio, intuyo el temblor de un desnudo mortal, tan mortal y desnudo como yo.

2 comentarios:

  1. La sociedad es un circo, un teatrillo lleno de espectáculos y puestas en escena. Y las eminencias, los expertos, son algunos de sus actores.

    The show must go on

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  2. Totalmente de acuerdo. Lo cierto es que tengo poca paciencia con la puesta en escena de los expertos. Sobre todo cuando usan su ignorancia para acallar la mía.

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