Que se nos quiera es siempre un lujo con el que no debemos contar. Lo natural es que se nos ignore: nuestra leve existencia apenas proyecta una sombra para la mayoría de la gente, circunstancia insignificante que forma parte del paisaje, como la brizna que pisamos o la piedra que apartamos de una patada.
Solo a unos pocos puede que les resultemos significativos, para bien o para mal: este se alegra de nuestra presencia, a otros les incomoda, y habrá quien la encuentre insoportable. Cualesquiera que sean, los escasos afectos van cambiando, como cambiamos nosotros, cambian los demás y cambian las circunstancias. Indiferencia, querencia y rechazo se superponen y su peso relativo varía sin cesar: otra muestra de la insoportable levedad del ser.
¿Qué podemos esperar, si así sucede también dentro de nosotros mismos con respecto a los otros? Los vínculos son frágiles y cambiantes. Sin embargo, en algunos casos acontece el milagro y hay simpatías que brillan y perduran. Son un regalo que conviene cuidar, para que «no crezca la hierba en el camino del amigo», según avisa el proverbio. También hay antipatías fieles, qué le vamos a hacer; nos recuerdan que no valemos más que nadie, y que los vínculos tienen su parte de magia misteriosa: buena ocasión para ejercitar el desapego.
en youtube está lleno de videos sobre como ligar, como seducir, como llegar a ser atractivo o tener éxito social. SOn muy divertidos... como este mismo: https://www.youtube.com/watch?v=VFrpLIOtmFg
ResponderEliminarSí, ja ja, también los hay sobre cómo ser feliz o hacerse millonario. O cualquier otra cosa. El que no triunfa es porque no quiere (afirmación con más calado del que parece). Yo me quedo con la canción de aquel viejo sabio que era Javier Krahe: "Y yo allí con mi flor como un gilipollas". Mientras quede humor hay esperanza.
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