martes, 14 de marzo de 2023

Conocimiento y seguridad

El conocimiento nos complace, pero sobre todo nos tranquiliza.
La vida discurre briosa entre los arenales de la incertidumbre. Una buena teoría deslumbra por su belleza, pero sobre todo llena un hiato entre nosotros y el mundo. Cuando algo está bien explicado, la existencia, de por sí caótica, gana un poco de orden. Y ya se sabe que el orden sosiega los ánimos.


Dotar a las cosas de sentido apacigua nuestra sensación de impotencia. Poder preverlas es dominarlas un poco. Los mitos cumplen ese papel: considerar al sol un dios que recorre el cielo con su carro ya era poder pensarlo y, sobre todo, predecirlo. La explicación mágica suple de un modo simbólico la ausencia de respuesta racional: nos permite relacionarnos mentalmente con el fenómeno y, eventualmente, alimentar la ilusión de que podemos influir en él. Un sacrificio a los dioses tal vez mejore las cosechas: el riesgo permanece, pero no nos sentimos completamente impotentes. 

La explicación lógica es más humilde, pero nos confiere un poder real para arreglárnoslas con el mundo. Nos revela nuestros límites y nuestras posibilidades, y la conciencia de ambos inspira seguridad y a veces capacidad. Explorando el infinito hemos hallado moradas donde vivir: el desafío es cuidarlas. 

3 comentarios:

  1. Bonito relato. por cierto, las explicaciones racionales no dejan de ser mágicas en el fondo, pues hay algo de mágico en el supuesto nexo invisible que ligaría de forma secreta y misteriosa los eventos.

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    1. Los propios eventos son mágicos, puesto que no hay manera de saber qué hay realmente ahí fuera (parece ser que una sopa de cosas minúsculas yendo y viniendo, pero hasta eso nos suena fantástico a los profanos...). Sí: entre el observador y lo observado hay un abismo insalvable... De hecho, el propio observador es un misterio. Pero, caramba, me encuentro conmigo por todas partes...

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