¿Queremos a quien nos cae bien, o alguien nos atrae porque lo queremos? ¿Somos huraños porque nos tratan mal, o al revés? Preguntas así serían interminables. Afectos, acciones y sucesos se entrelazan de tal modo que es casi imposible distinguir las causas de las consecuencias: todos, entre ellos, son una cosa y la otra.
Me parece que el paradigma causal, adecuado a la física, no es el más útil para analizar las emociones, y por extensión la mayoría de los asuntos humanos. El paradigma sistémico, aunque resulte más ambiguo y abstracto, responde a la complejidad de lo humano. Todos los elementos están presentes, y en cierto modo todo es simultáneo: lo que varía es el predominio, la disposición global del sistema.
Rara vez amamos sin odiar un poco, o sin odiar a veces. Rara vez lo que nos pasa no está influido por lo que somos o hacemos. El rechazado sueña con ser aceptado, pero su convicción de rechazo lo predispone a lo contrario. El resentido tendrá razones para su rencor, pero esa no será la mejor manera de ganar afectos. El mundo y nosotros formamos un ecosistema inextricable que avanza a la par, que se va configurando por interacción. Causa y consecuencia se superponen y se intercambian. Las ciencias humanas solo pueden jugar con tendencias.

Ciertamente, tomar los sucesos como causas y efectos, así, a lo simple, es precisamente un simplicidad interpretativa. Ciertamente útil en muchos casos. Pero no en otros tanto... como en los sucesos que se retroalimentan, como los que comentas.
ResponderEliminarestos procesos de retroalimentación, de feedback por así decirlo, generan tendencias y bucles o tóxicos y enfermizos, o al revés, de vigorización y crecimiento. Un mundo curioso lleno de cosas por estudiar, aprender e intentar aplicar.
Leía no hace mucho que el modelo causa-efecto es útil, por ejemplo, para la física, donde los fenómenos se pueden aislar con más precisión y se pueden cuantificar fácilmente (para quien sepa hacerlo). En cambio, para las ciencias humanas parece más útil un enfoque no lineal, que tenga en cuenta la complejidad, y que aspire más a la probabilidad que al determinismo. La teoría de sistemas, como sabrás, maneja esos mecanismos de los que hablas: retroalimentación, bucle, tendencia... La famosa (e inquietante) Inteligencia Artificial se está construyendo con esos principios.
EliminarTodo el modelo causa-efecto, es decir, toda visión de la exitencia basado en el viejo principio de razón suficiente, está cayendo a plomo en múltiples ámbitos des del s.XX. Por ejemplo en la lógica formal, base de la inteligencia formal, los teoremas de incompletitud de Gödel, luego los teoremas de Turing de la parada y finalmente el trabajo de Chaitin demuestran el fundamento aleatoria de las matemáticas formales (y aleatorio significa que dado un suceso éste generar uno, dos o múltiploss sucesos distintos sin que haya un nexo causal necesario para que genere uno u otro) -Por cierto, este finde he escrito algo al respecto: https://privatum.blogspot.com/2023/05/que-significan-los-teoremas-de.html
EliminarEn el ámbito de la física con el principio de incertidumbre de Heisenberg parece suceder lo mismo: la causalidad se va al garete y es reemplazada por el azar.
Etc, etc, etc.... El viejo principio de razón suficiente, pues, base de toda la metafísica y teologia moderna se esta deshaciendo como un cubito de hielo en el desierto, como ya pronosticó Nietzsche, por cierto.
Vivimos una época de cambio en todos los sentidos, pero es un cambio que casi nadie percibe aún
Lo que parece claro, es que toda acción conlleva una consecuencia.
ResponderEliminarPor supuesto. El problema con lo humano es que toda acción obedece a muchas causas y tiene muchas consecuencias, y todo ello se influye mutuamente en una red de mil demonios. Si a eso se le añade la libertad personal (tema polémico de por sí), la complejidad es virtualmente infinita.
EliminarJGM, es que la cosa no parce ser tan simple o clara. ¿Dónde empieza y termina una acción? La delimitación con la cual definimos lo que es una acción es una configuración abstracta arbitraria nuestra, además que al analizar una acción, precisamente sólo nos fijamos en algo concreto porque presuponemos que una acción debe ser algo concreto, mientras obviamos "el resto del universo".
ResponderEliminarY con las consecuencias igual: hacemos cherry picking constantemente, destacando y obviando esas "consecuencias" que han sucedido después según nuestros hábitos, intereses, percepciones, filias y fobias, etc.
La noción de causa-consecuencia sólo es un artilugio interpretativo e hipotético. Podríamso desarrollar otros muy distintos que nos "mostrarían" otro mundo para las mentes de hoy impensable.
Muy bien planteado. Admito que los principios de esa "revolución de la incertidumbre" de los que hablas más arriba se me escapan, pero la artificialidad (o convencionalidad) del esquema causa-efecto ya hace tiempo que se me vino abajo. Sin embargo, lo respeto en un sentido parecido al que insinúa JGM: nos sirve para organizar nuestra existencia y nuestro conocimiento cotidiano. Así que, tomándolo con pinzas y cuestionándolo todo lo que haga falta, sigo ciñéndome a la razón suficiente... y lo aplico cuando hace falta con mi hijo, jeje.
EliminarEs genial y muy interesante todo lo que decís. Me queda mucho por aprender.
ResponderEliminarCausa-consecuencia, sin entrar en lo profundo del tema, sí que nos puede servir para enseñar a nuestros hijos el concepto de filtrar nuestras emociones con la razón y prudencia, para evitar decisiones fatales.
¡Menudo nivelazo este debate! Jejeje
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