miércoles, 23 de agosto de 2023

Empatía

Los demás son el espejo en el que nos miramos.
Frecuentarlos debería enseñarnos mucho sobre nosotros mismos. Y, a la inversa, lo que sabemos de nosotros debería facilitarnos descifrar a los demás.
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Eso se llama empatía, y para que sea posible tenemos que trascender el egocentrismo, contemplarnos iguales. Es lo que el fanático y el inmaduro no pueden hacer: ver a la gente como personas y no como objetos, atribuirles la misma dignidad y la misma vulnerabilidad que a uno. 

Yo no soy el único en el universo que desea y que sufre. Las mismas leyes rigen para mí y para los otros: todos hemos sido arrojados al mundo y todos moriremos. Todos anhelamos vivir, y luchamos por ello; y unas veces triunfamos y otras salimos escaldados. 

«Deberíamos aprender siquiera a entender a nuestro prójimo, ya que somos incapaces de impedir su desventura, su oprobio, su dolor, su debilidad y su muerte», medita Robert Walser. Al menos entender: solo eso, ya supondría un gran bien. El que entiende ya ama un poco, es menos propenso al prejuicio, se predispone al perdón. Al menos entender: ¿por qué se nos hace tan difícil? ¿Será porque no acabamos de entendernos a nosotros mismos? ¿O será porque, mientras no entendamos, seguiremos teniendo una excusa para el despecho? 

7 comentarios:

  1. Entender, eso presupone que haya algo que entender, conjetura indemostrable. Otra cosa es que nos imaginemos qué siente, piensa y hacen los demás; pero este imaginar dice más de nosotros que de ellos.

    Dudo de algunas premisas sobre las cuales articulas tu razonamiento. Por ejemplo, cuando dices "y unas veces triunfamos y otras salimos escaldados". No está claro qué es realmente triunfar y fracasar. Al final todos nuestros actos son valorados desde una perspectiva muy concreta y no pocas veces nos pensamos haber triunfado, para luego más tarde cambiar nuestro juicio porque lo vemos ya diferentes.

    De hecho, he descubierto que es una ventaja evolutiva pensar que siempre, suceda lo que sucede, uno es el bueno y el vencedor. Y al revés, pensar constantemente, que suceda lo que suceda, uno es el perdedor es tirarte piedras encima.

    La mente es mucho más potente de lo que la gente, y la mayoría de sabios, han sospechado jamás.

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  2. Me uno a esa manera de verlo RDC, la mente sigue siendo desconocida.
    Quizá el confucionismo tiene razón, y está todo enlazado. Mente y universo.

    Genial expresado: "ventaja evolutiva".
    Me lo quedo.

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  3. En el otro post puse el texto de Ovidio, del arte de amar. Una de las cosas que más me impactaron cuando siendo jóven lo leí fue que una de las máximas del arte de amar es gravarte a fuego "que todas las mujeres son posibles".

    Obviamente eso no es cierto, al menos así de buenas a primeras, pero tu tienes que mentalizarte para creer que sí. El optimismo, la confianza en uno mismo, el creerse empoderado es un principio psicológico fundamental tomar ventaja evolutiva. Los judios y rusos han sido el más claro ejemplo de la historia.

    Toda la gente que le ve sólo pegas a las cosas, para la cual todo son problemas, etc son gente tóxica de la que mejor apartarse.

    Y ciertamente, luego están los eufóricos; los que nunca han perdido o se piensan que la vida va de salir a la palestra y recoger premios, triunfos, pensando que todo es fácil y regalado. También hay que apartarse de estos.

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  4. Siempre agradecido por vuestras intervenciones, y encantado de que discrepemos.

    En efecto, el artículo entero es una "conjetura indemostrable", eso es lo que quiere ser, ni más ni menos. En ningún momento he pretendido demostrar nada, ni en este ni en ningún otro. Tan solo compartir algunas reflexiones de buena fe intentando basarlas en un cierto sentido común, y a partir de ahí vengan todas las discusiones que se consideren convenientes.

    Creo que resulta bastante obvio que cuando hablo de "entender" a la gente no me refiero a hacerlo desde el razonamiento (si nos ponemos estrictos, no me entiendo ni a mí mismo). Como Walser (según lo interpreto, cosa también indemostrable, y así ad infinitum), me refiero a ese gesto de generosidad, compasión o ternura que hace que, precisamente, yo reconozca al otro en su complejidad, aunque no lo "entienda". O sea, a una actitud empática, que es de lo que iba el tema.

    Algo parecido sucede con el sentido de "triunfar" o "fracasar". Es verdad que, si nos ponemos puntillosos, toda valoración de triunfo o fracaso depende de la perspectiva, de las circunstancias, de los acontecimientos y del cuerpo con que nos hayamos levantado. Un triunfo puede acabar siendo un fracaso que puede acabar siendo un triunfo y así sucesivamente, como en aquel cuento oriental del "ya veremos". Pero no entiendo qué aporta ese relativismo al mero reconocimiento de que los demás, como yo, a veces se sienten mejor y otras peor; o sea, a la empatía, que es de lo que va el artículo.

    En cuanto a las ventajas evolutivas, pues mira, aquí el que se pone relativista soy yo. Para creerse siempre "el bueno y el vencedor" habría que empezar por concretar "en qué" se supone que eres bueno y "en qué sentido" has vencido. Creérselo siempre y en todo, así, a lo bravo y porque yo lo digo, me parece tan fantasioso como creerse que uno puede volar o que hay vida después de la muerte. No digo que estas creencias no aporten muchas fuerzas y consuelos para vivir (lo cual también es una ventaja evolutiva, siempre que no te tires por un barranco o te suicides para comprobarlo) pero no parece muy serio como argumento.

    Mentalizarse de que "todo es posible" (mujeres, dinero o inventar la fusión fría) es un truco mental tan viejo como falaz, de connotaciones mágicas, que han revitalizado los entusiastas chicos de la New Age con un considerable beneficio económico (supongo que estarían convencidos de ello cuando publicaron sus libros o montaron sus sectas). No tiene nada que ver con el optimismo o la confianza en uno mismo, actitudes muy sanas que, aunque no hacen que todo sea posible, nos predisponen a triunfar, nos alivian de los fracasos (relativizando ambos términos todo lo que se quiera) y, en definitiva, hacen más llevadera la vida, que no es poco.

    Y en cuanto a despreciar a los pesimistas y a los eufóricos, pues yo diría que es preferible hacer como con los que se creen capaces de todo, cuestionarles su convicción y, en última instancia, dedicarles la simpatía que nos gustaría que se nos dedicara a nosotros en nuestras extravagancias, sin dejarnos arrastrar por las suyas. Porque, aunque no soy cristiano, me parece muy lúcido aquello de que "el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra".

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  5. Creo que fue Lincoln quien dijo aquello de: " Esa persona no me cae bien. Tengo que conocerla más".

    Seguramente, salvo casos extremos, si hacemos por comprender las cosas desde el punto de vista de la otra persona, nos será más fácil la relación.
    Eso sí, teniendo en cuenta aquella afirmación que leí una vez a un gran amigo mío: "En asuntos humanos, la probabilidad es la máxima aproximación a la que podemos aspirar en el conocimiento"...ahí lo dejo.

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    1. Caramba, no conocía la frase de Lincoln. Sugiere todo un programa de vida, y no solo en la relación con los demás, también con respecto a uno mismo. Me la apunto bien subrayada, no me faltan ocasiones para repetírmela.

      En cuanto a la afirmación de tu amigo... es "probable" que tenga razón, jeje.

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