domingo, 27 de agosto de 2023

Gratitud

«Es de bien nacido ser agradecido», dice el proverbio. Vale la pena frecuentar la gratitud: contiene su propia sabiduría. Una actitud agradecida nos hace conscientes de nuestra suerte, puesto que la vida no nos debe nada. Valorar lo que tenemos apuntala los cimientos del deseo, y es un buen argumento que oponerle a las horas de autocompasión o de resentimiento.
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La gratitud nos recuerda que la vida es siempre un intercambio, que dar y recibir fluyen paralelos. Dar las gracias es abrirnos al otro y reconocer su dignidad y su amabilidad. Un favor o un regalo deben ser celebrados como merecen, deben ser honrados para que no pierdan las ganas de repetirse. Al expresar agradecimiento admitimos que no somos autosuficientes, que precisamos el apoyo de los demás, y que sabemos recibirlo como una feliz excepción. Este es el valor social de la gratitud, que es la proclamación de una deuda, una especie de pagaré, un toma y daca diferido, un saldo a favor del otro que, llegado el momento, procuraremos pagar, facilitándonos mutuamente la vida. 

A veces olvidamos lo mucho que tenemos que agradecer; es tentador creer que el favor ajeno se nos debe. La gratitud restituye nuestra insignificancia, la conciencia de que la suerte siempre podría ser peor.

8 comentarios:

  1. También pone bastante entredicho el concepto de responsabilidad -quizás sea un poco pesado con este tema jajaja.

    De lo que somos, hacemos y tenemos no somos los únicos y exclusivos responsables. Le debemos mucho a muchos, sin que muchas veces nos demos ni cuenta.

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    1. ¡Responsabilidad y libertad, siempre vale la pena darle a esos temas una nueva vuelta!

      La gratitud, desde mi punto de vista, no afecta para nada a nuestra responsabilidad, ni la aumenta ni la disminuye. Solo reconoce aquello que "debemos", como dices, y que, precisamente porque lo debemos, no es responsabilidad nuestra.

      En cuanto a "lo que somos, hacemos y tenemos", por supuesto, no somos los "únicos y exclusivos" responsables. ¡Hay tantos condicionantes, tantos límites! Pero sí de lo que decidimos. En las decisiones hay que dar la cara, si somos honestos (para empezar, con nosotros mismos).

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  2. En el proceso de crecimiento que se realiza en Proyecto Hombre (en mi opinión, el mejor y más completo que existe), cada viernes había un grupo terapéutico que se llamaba "Perdón y gracias", y se trataba de eso mismo: escoger un compañero o compañera, sentarse frente a esa persona y mirándola a los ojos, pedirle perdón o darle las gracias, según el caso que se tratase.
    Lo cierto es que mejoraba el estado de ánimo del grupo, tanto de modo individual como colectivo.
    Así que algo de milagroso hay en ello. Es como si le quitases lastre a tu conciencia auto exigente. En mi opinión, vivir con cierta tranquilidad, cuidar de los demás y de nosotros mismos, todo es una misma cosa.

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    1. Tu interesante reflexión me evoca el polémico tema de la culpa. La culpa es amarga y corrosiva, y provocarla es un perverso recurso para someter a otros, como hacen las religiones. Secundo a Nietzsche en abominar de ella. Sin embargo, cuando intento imaginar un mundo sin culpa, no tengo claro que al extirparla no arranquemos, pegado a ella, algo valioso. Al leerte, se me ha ocurrido que tal vez sea ese gentil rendirse del perdón, en el que asoma la empatía. El déspota y el psicópata son inmunes a la culpa, como lo son al perdón (pedirlo o concederlo) y a la gratitud: eso insinúa un larvado vínculo entre todo ello.

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  3. Sí, sí...fuera la culpa.
    Es más, si anulasemos esa palabra de nuestro vocabulario y la sustituyésemos por "responsabilidad", creo que los resultados serían sorprendentes.

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    1. Lo cual nos lleva de nuevo al inicio de este hilo, jajaja. Totalmente de acuerdo en una ética de responsabilidad sin culpa, como la que perfila Sartre. Sin embargo, insisto en mi duda: tal vez en ocasiones necesitemos la culpa para llegar a la responsabilidad. Un tema peliagudo que creo que vale la pena meditar con calma.

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  4. La culpa como aviso de que hubo algo incorrecto. De acuerdo. Igual que el dolor te avisa que algo no va bien.
    Pero sería absurdo quedarse estancado sintiendo dolor sin hacer nada para que desaparezca.
    Lo mismo con la culpa.

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    1. Por supuesto. La culpa constructiva (si es que existe) debería ser solo un puente hacia algo mejor, un instrumento que quedara a un lado después de jugar su papel. Si no lo hace es porque están interviniendo otras cosas, o porque no se ha resuelto el conflicto. Apasionante tema de psicología. De todos modos, la culpa tiende a engancharse como una lapa, sobre todo para los que tienen (tenemos) una especial tendencia a ella; además, nos convierte en fácilmente manipulables; es lo que la hace una herramienta tan peligrosa.

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