Desmesuras

Nos refugiamos tras nuestros rituales aceptables y aceptados; en cierto modo, nuestra imagen convencional, correcta y adaptada, hace las veces de nosotros. Pero son nuestras desmesuras las que nos revelan, las que dejan al descubierto retazos de nuestra autenticidad..

La costumbre es tan monótona que acaba por no decir nada; en cambio, el exceso siempre trae un mensaje. Es la excepción que proclama la regla. Es la nota musical sobre el silencio del hábito. Todas las exageraciones forman parte de un gran jeroglífico que está por descifrar. En ellas asoman verdades imprevistas. La desmesura no engaña: es demasiado rudimentaria. Es lo secreto que escapa por las costuras, que rasga el velo de lo cotidiano. La desmesura, al derramarse fuera de lo sensato, inunda violentamente el plácido solaz de lo cotidiano, donde amarillean pálidos colores, y en su resaca nos expone a un sol de tinturas ardientes. 

Un abnegado cónyuge se fuga una noche loca: por esa transgresión sabemos de su secreto hastío. Una funcionaria aburrida cae en la depresión, y así sospechamos sus nostalgias. El simpático tendero pierde los nervios con un cliente: tras su sonrisa incubaba el resentimiento. Algo descarrila en lo convencional, y los testigos exclaman: ¡Quién lo hubiera dicho!