La vida es abigarrada y estridente. La vida es un exceso que nos rebosa. Los hechos emergen de un fondo insondable y nos atrapan, se suceden sin tregua y nos arrastran, y uno tiene a veces la impresión de que pasan demasiadas cosas, de que apenas da tiempo a responder a una cuando ya otra nos requiere..
La vida es caótica y abrumadora, y si no queremos sentirnos monigotes empujados de un lado a otro por sus marejadas, si pretendemos mantener al menos una cierta sensación de control, tenemos que esforzarnos por agarrar el timón. La vida, pues, es un esfuerzo.
Hay que empezar por la humildad, que nos enseña nuestros límites y, si no entiende, al menos acepta. A veces hay que dejar que nos zarandeen las olas, y no podemos hacer otra cosa. Consentir el alboroto mientras nos recostamos en el silencio.
Pero no podemos rendirnos siempre en la pasividad. Necesitamos sentirnos algo dueños, capaces de responder. Puede ayudarnos el orden, que preserva la voluntad y el sentido, que pone estructura al caos y facilita la acción. El orden merece ser tomado en serio: es un esfuerzo que prepara otros esfuerzos y los hace llevaderos. Todos los mitos parten del caos y le imponen un orden: ahí se funda la gesta de lo humano.
La verdad es que cada vez dudo más que caos y orden sean realmente dos nociones antagónicas
ResponderEliminarNo creo que lo sean. Ninguno de los dos valdría para nada sin el otro. Yo más bien las veo complementarias.
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