Alguien me dice que está bien esto de la filosofía, pero que sería mejor que dedicara ese tiempo a vivir. ¿Cómo no darle la razón? Todas las palabras del mundo no valen una sonrisa o un paseo al atardecer..
Comte-Sponville ha confesado que si se ve urgido a filosofar es porque está más dotado para pensar que para vivir, y que una cosa le ayuda con la otra. Quien pueda vivir sin filosofar ya es un sabio, dichoso él.
Pensar y escribir no son solo apoyos que algunos precisamos: son también un refugio y, por qué no reconocerlo, un placer. Si acudimos a su abrigo, al menos no nos engañemos: admitamos que quizá sea por guarecernos de la torpeza para arreglárnoslas con la realidad; ninguna idea podrá jamás sustituir a la vivencia. Para Rilke, solo debería escribir quien no pueda evitarlo. En la película El indomable Will Hunting, el protagonista es un genio de la memoria y de la razón, y empieza tratando con cinismo a su terapeuta; este, sin inmutarse, le recuerda que no es lo mismo saberlo todo sobre la Capilla Sixtina que recorrerla, alzando la vista a aquellos frescos soberbios de Miguel Ángel: respirándolos como presencia. Salvador Pániker decía que había que elegir entre escribir o vivir; él procuraba sortear ese dilema escribiendo sobre su vida.
Quizás, vivir sin escribir ni reflexionar es vivir de forma ciega. Escribir y reflexionar sin vivir es un mero mirar pasar la vida.
ResponderEliminarPerosnalmente, intento no escribir mucho. Y cuando lo hago tiendo a escribir demasiado, hecho que no me gusta.
En el escribir también hay algo de batalla. Con el mundo y con nosotros mismos. Esa tensión es lo más interesante de la filosofía.
EliminarEn efecto
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