sábado, 8 de marzo de 2025

Nuestros lugares

Las vacaciones son un tiempo y un espacio de excepción. No vamos a magnificarlas:
como todos los deseos largamente esperados, siempre son mejores mientras las acariciamos en la expectativa que cuando las vivimos, un tanto desnortados. Pero, con todas sus limitaciones, no renunciaríamos a ellas: algo bueno tiene el ocio. 


Yo creo que, sobre todo, las vacaciones nos brindan un cambio de escenario, lo que equivale, muchas veces, a darnos una oportunidad para hacer como que somos otros. Al menos un poco, ya que, como decía Séneca, allá donde vaya, ay, siempre iré conmigo. No podremos evitar seguir siendo nosotros, pero tal vez un nosotros peculiar, que también somos pero solemos confinar en la habitación del fondo, bajo la presión de la rutina y los deberes del trabajo. Cada cual experimenta esa libertad como sabe y puede: más aventurero, más tranquilo, más afectuoso, más espontáneo... 

Lo excepcional se agota pronto en el regreso. El final de la libertad se tiñe de nostalgia, aunque también hay un gusto en volver a los escenarios del hábito. Sentarnos en nuestro sillón, saludar a nuestros vecinos, comprar en las tiendas donde nos conocen, incrustarnos en los horarios… Recuperar nuestras simpatías y nuestras antipatías acostumbradas proporciona el extraño placer, la confortable amistad de nuestros lugares. 

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