lunes, 26 de diciembre de 2016

Mentira

La mentira es un reverso inseparable de la verdad;
a veces se le opone, otras la acomoda a la sinuosidad de la existencia, que es turbia y peligrosa. Si la verdad se remonta demasiado a la altura, la mentira la trae de regreso a la dura tierra. La verdad proclama el conocimiento, la mentira vindica la vida: nos proporciona guaridas ocasionales, como el camuflaje de muchos animales les permite sobrevivir a sus depredadores.

En la mentira, por su propia naturaleza, hay algo de truco y de traición. Nos traiciona a nosotros mismos, al resaltar nuestras cobardías; traiciona a los demás, al reducirlos a mero instrumento de nuestro interés, al abusar de su confianza. Puede que la mentira sea a menudo útil, incluso necesaria. Pero no podemos amarla.

Hay que preferir la verdad. Pero no a cualquier precio: el sufrimiento evitable está por encima, porque, en definitiva, se trata de vivir. Kant quería una verdad estricta que brillara como el sol en nuestro cielo. Pero una mentira que salva una vida, una mentira que evita un dolor innecesario, una mentira que atenúa una crueldad, tal vez estén justificadas. La existencia es demasiado difícil para que la afrontemos con rigidez; las personas son el único bien objetivo. Es lo que olvida el fanático y no debemos olvidar nosotros.

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