Si la bondad es cuestión de elección y de esfuerzo, ¿el
que no es bueno es porque no quiere? ¿Existe el libre albedrío, o somos meras
máquinas de responder?
Marx y Freud nos avisarían de la gran cantidad de
condicionamientos, a veces inconscientes, que empujan a la persona al margen de
su voluntad. Hay una violencia triunfante del poderoso, y una violencia
autodestructiva del indigente. Una familia desestructurada es muy probable que
nos convierta en seres descoyuntados.
Pero, tratándose de personas, el destino que
escriben las circunstancias es más probable que implacable. Porque, como Sartre
nos recuerda a bocajarro, siempre podemos elegir. Incluso el prisionero es dueño
de su pensamiento, y el sufriente de su dignidad. Hay fuerzas que nos empujan,
y que tal vez nos aplasten, pero en cualquier caso siempre podremos decidir si
actuamos a favor o en contra de ellas.
Sartre nos quiere responsables
siempre y sin coartada. El concepto de responsabilidad (responder) da cuenta por sí mismo
de toda la ética. Somos seres perdidos, débiles, sacudidos por fuerzas que nos
superan. Hay cosas que no podemos hacer. Pero si podemos, no vale poner excusas:
la responsabilidad es nuestra. Justificarnos por lo exterior es lo que Sartre
llama mala fe.
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