sábado, 25 de marzo de 2017

Teatro social, teatro interior

La vida en sociedad es exigente, pero no más que nuestra vida interior.
Probablemente, esta es un reflejo de aquella, y dentro de nosotros cunde un trasiego de personajes y situaciones que interiorizan a los que se desempeñan fuera. Nuestra personal caverna platónica.

El teatro social marca la pauta del teatro interior; también los dramas de este preparan los que luego protagonizaremos entre los demás. En sociedad, soy un personaje: ante mí mismo, también; en ambos casos tengo un arduo trabajo: para crear el personaje, para sostenerlo, para adaptarlo a cada circunstancia, incluso para no ser aplastado por él.

Si yo me siento más seguro en soledad es porque tengo más trucos para esconderme, para escabullirme de mi personaje y de otros actores imaginarios con los que suele ir unido. En cambio, hay gente que se esconde mejor en sociedad, aprovechando lo que esta tiene de convencional y poco comprometido.

Yo en sociedad me desenvuelvo bien siempre que tenga un papel definido que jugar ―en el que acorazarme―. En la intimidad naufrago porque me quedo sin papel ―o porque no sé resolverlo―. Moraleja: para estar contentos, seamos honestos como personas y mañosos como personajes, sea cual sea el escenario.

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