viernes, 28 de abril de 2017

Exhibirse

Hacer fotos es un modo de contemplar, de regocijarnos en el detalle.
Hay un afán de apropiación que es casi fusión, un esfuerzo por fijar en la memoria una felicidad que sabemos efímera. Hacer fotos es entregarse: desde el otro lado del objetivo, el mundo nos guiña un ojo.

También glosar o intentar comprender son modos de aproximarnos a la realidad y hacerla nuestra. El pensamiento recrea el mundo y lo inviste de sentido. Más que lo que decimos, importa el decirlo: ese pulso con la palabra en el que se trata de interpretar, de traducir las cosas al idioma de nuestro ser.

Respeto los blogs, los álbumes compartidos por internet, ese continuo escaparate de testimonios que se amontonan en el limbo de la red; aunque se escriba más de lo que se lee, aunque se publique más de lo que se contempla, aunque parezca imposible que se nos distinga en medio de ese alboroto donde, como los niños, todos piden ser vistos y pocos miran. ¿Acaso no fue siempre así? Un solo visitante a «mi página» ya satisface ese anhelo de testigos, ese afán de comunicarnos y ser vislumbrados. ¿Exhibicionismo? ¿Y no buscamos todos exhibirnos un poco para sentir que no estamos solos? ¿Palabrería? ¿Y no acabarán por perderse todas las palabras dichas, incluso las mejores?

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