miércoles, 19 de julio de 2017

El coraje de dejarse ayudar

Hace falta coraje para hacerse cargo de uno mismo
, tolerar la soledad de ser responsable y libre. 

    Hace falta valentía para aceptar que nadie se ocupará de lo que nos corresponde, y asumir aquello que decía Pablo de Tarso a los Corintios: «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño». Hay que dejar de ser niño para crecer: una pérdida obligada para un avance imprescindible.

Pero hay otro coraje menos evidente y tal vez más admirable: el de dejarse ayudar. Nos gusta hacer las cosas por nosotros mismos, porque eso nos hace sentirnos valiosos y capaces; pero la realidad es que estamos entrelazados a los demás, y que mucho de lo que creemos hacer solos tiene detrás una extensa urdimbre de personas que han intervenido de algún modo. ¿Consiste en otra cosa la interacción humana, no es un perpetuo apoyo mutuo, un intercambio que nos permite apuntalarnos entre nosotros como no podríamos hacerlo en solitario? 

De niños, al gozar dando los primeros pasos, tal vez soñamos con poder hacerlo todo sin depender de nadie. «Dejar las cosas de niño» es también tener el valor de aceptar que necesitamos a los otros, y que casi siempre nos hace falta ayuda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario