martes, 9 de enero de 2018

Sabios

Como dice Comte-Sponville, no deberíamos obsesionarnos con la sabiduría.
De hecho, la mayoría de la gente no la necesita en absoluto, y se las apaña mal que bien entre el intento y la suerte. Muchos son sabios sin saberlo. 

    Ni siquiera tenemos una idea cabal de qué significa ser sabio; el vocablo nos hace pensar, borrosamente, en un viejo barbudo extravagante, que siempre tiene enigmáticas respuestas para cualquier pregunta. No deja de ser una imagen tópica y algo caricaturesca.

Para mí, el sabio es quien ha encontrado la manera de vivir en paz, sin atormentarse en vano y sin obcecarse con los sinsabores que inevitablemente nos trae la vida. Es decir: es sabio quien está razonablemente contento y pone contentos a los que le rodean. He conocido a bastantes sabios de este tipo, personas sencillas y tranquilas que viven al día, que suelen tener una palabra amable y procuran no sufrir más de lo debido.

¿Por qué buscar entonces sabiduría en los libros? Porque algunos hemos sido expulsados de ese paraíso de sencillez, y ya no tenemos más remedio que seguir el camino difícil: el de indagar, inquirir, reflexionar… Con suerte, todo ese revuelo nos servirá para conquistar algo de la sencillez del que ha comprendido; o sea, para saber callar donde no alcanza la palabra.

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