martes, 24 de abril de 2018

Buenos y malos

Quien se toma en serio a los demás
lo cual no debería impedirle reírse de vez en cuando
pronto se da cuenta de que los conceptos bueno y malo naufragan sin remedio en los arrecifes de la complejidad humana. Deberían ser como los puntos cardinales: instrumentos que nos permitieran trazar mapas y escoger destinos, no veredictos con los que redimir o condenar.

Todo el mundo es bueno para sí mismo, y cuando es malo se entiende cargado de razones para ello. Todo el mundo se siente importante, vulnerable, herido. Todo el mundo comprende sus derechos y admite a regañadientes sus deberes, si es que llega a vislumbrarlos. Todo el mundo quiere vivir, y sabe que dejará de hacerlo. Todo el mundo intuye su ignorancia y sueña con la sabiduría. Todo el mundo vacila, fracasa, y sufre; y, aun así, a veces, está contento. Todo el mundo desea ser amado y teme ser rechazado. Todo el mundo sueña con ser grande y tiene que resignarse a ser pequeño.

Todos nos parecemos, porque todos afrontamos la alegría y la dificultad de la vida, y todos moriremos. ¿Por qué no ponérnoslo fácil unos a otros? ¿Por qué no amar en el otro la lucha por el sentido y por la felicidad, si es la misma que la nuestra? Compasión. Misericordia. Solidaridad. Empatía. 

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