viernes, 4 de mayo de 2018

El código del disfrute

El código del disfrute es simple:
es la búsqueda de la emoción placentera, tan próxima a la de la sensualidad.

¿Qué emociona? Lo peligroso controlado, como en las montañas rusas, el descontrol sin peligro, como en el sexo; lo desafiante, como en la seducción; lo inesperado, lo competitivo, como en el ajedrez.

¿Qué emociona? La excepción, la aventura, la sorpresa, la ternura: como en el cine; el placer rendido y nuevo, como en el primer beso; el escalofrío del agua fresca en verano, la calidez del abrazo en invierno.

¿Qué es lo que nos amenaza en el disfrute? Lo mismo que nos atrae: el desorden, la excepción, el exceso momentáneo. Al que siente demasiado, la menor sensación le duele: es un espíritu en carne viva. Hay quien desea tanto que no se atreve a disfrutar.

El ruido, la música, la danza, ciertas sustancias… Nos desinhiben, transforman nuestra percepción, aflojan el control, despiertan el juego y el bienestar elementales… Como la risa, instauran un estado de excepción en la rigidez cotidiana. Los antiguos los consideraban sagrados, y les reservaban un prudente temor. Ahora solo los usamos para nuestra avidez y nuestra extravagancia. Paradójicamente, eso nos hace más vulnerables: olvidamos su poder.

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