martes, 5 de junio de 2018

Máximas geniales

Hay frases que nos marcan
porque expresan algo que estaba madurando en nosotros y que de repente encuentra forma en ellas. Es distinguir con nitidez lo que intuíamos, y convertirlo en instrumento, porque las ideas solo funcionan cuando se articulan en palabras: el pensamiento cristaliza en el lenguaje.

Los poetas y los filósofos son artistas de esas gemas del pensamiento. Algunos de sus logros merecen la universalidad, son artefactos perfectos. Ni siquiera el desgaste del tópico logra deslucirlos apenas. «Solo sé que no sé nada», «No te bañarás dos veces en el mismo río», «Conócete a ti mismo», «Pienso, luego existo», «Lo que no me mata me hace más fuerte», «El hombre es lo que hace con lo que hicieron de él»… Cada una de esas sentencias es portavoz de un universo de ideas, es un cartel indicador de la ruta de la sabiduría, es una invitación a ensanchar la perspectiva y a intuir un poco más de verdad. Hay que revisitar esas frases de vez en cuando y siempre se les encuentra, como a las grandes obras, un matiz inesperado.

Pero también podemos hallar esa grandeza en la afirmación sencilla de un viejo o en un refrán popular. La sabiduría, para quien presta atención, aguarda siempre a la vuelta de cualquier esquina.

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