viernes, 5 de octubre de 2018

Probablemente Dios no existe

En 2008, circuló por Londres un autobús con ese eslogan: «Probablemente Dios no existe.
Deja de preocuparte y disfruta de tu vida». Valiente, casi épica iniciativa de un movimiento que promueve la consolidación social del ateísmo, aún arrinconado por el inmenso poder y el agresivo empuje de las religiones.

La religión florece al amparo del miedo que nos suscita la incertidumbre. Por lo que respecta a asuntos tan impactantes como el sentido de la vida, el desamparo individual, el sufrimiento y la muerte, la mayoría de la gente prefiere, al contrario de lo que cantaba Javier Krahe, aferrarse a una mala respuesta a caminar con una duda. Si además la respuesta se viste de ritos y ceremonias que engarzan en una comunidad, la religión nos ofrece un cálido abrigo al que es difícil resistirse.

Sin embargo, a poco que reflexionemos, los confusos dogmas religiosos no se sostienen. Nada de lo que percibimos alude claramente a la existencia de dimensiones inmateriales ni seres superiores ex machina, ni los requiere para ser explicado. Por lo que parece, todo está aquí. De ahí el acierto del eslogan: niega desde la probabilidad, como hace la ciencia, y con ello se muestra superior a las afirmaciones religiosas, que afirman ciega y arbitrariamente lo improbable.

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