domingo, 11 de noviembre de 2018

El enfoque correcto

La buena vida, como ya dijo Buda y luego muchos otros, es cosa, al menos, de buen pensamiento y  buena acción.
La acción justa es más difícil que el pensamiento acertado, pero sin él, ¿cómo la reconoceremos?

Pensar bien para vivir bien: eso es, o debería ser, la filosofía. Como dice Comte-Sponville, ¿para qué queremos una filosofía que no nos ayuda con la vida y con la muerte? Ese era también el propósito de Montaigne.

¿Y qué es pensar bien? Yo creo que tiene algo relacionado con el orden, algo topográfico: que las ideas sean claras y que estén en su sitio. Eso ayuda mucho para el siguiente paso, que es urdirlas de un modo adecuado, un modo que sirva para volcarse en la realidad y transformarla o transformarnos nosotros, lo cual viene a ser lo mismo. Esa composición de relaciones, aunque eche mano de la lógica y la razón, no es solo racional: tiene mucho de intuición y creatividad; también de hábito: la historia condiciona sin avisar. Por eso debemos ser tan cautos con nuestras convicciones.

Pensar bien para vivir bien. Hay que preguntarse siempre: ¿cuál es aquí el enfoque correcto? ¿Cómo evitar engañarme, dejándome arrastrar por el miedo, la ira o la ilusión? ¿Qué mapa me llevará a buen puerto? Y luego, por supuesto, caminar.

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