sábado, 8 de diciembre de 2018

Personajes peligrosos

Que no nos quieran es aceptable; que se ensañen con nosotros, reprochable; que nos humillen, despreciable.

Hay que guardarse de quien pone sus supuestos principios tras los cuales, a menudo, solo esconde su capricho, su mezquindad o su temor por encima del respeto a los demás. Quien usa sus principios para arrollar y despojar a otros solo está valiéndose de excusas. Hay quien se escuda tras grandes palabras para no tener que hacerse cargo de su responsabilidad. Obra, como diría Sartre, de mala fe: pone a las ideas a que den la cara por él, como peones en una partida de ajedrez donde el rey que es él permanece agazapado.

De hecho, para esta clase de personajes, los peones son los demás, y el mundo un inmenso tablero puesto a su servicio, para satisfacer sus apetencias. La primera de todas es creerse con más razón y más valía que los otros. Es fácil reconocerlos: por su cerrazón mental, por su falta de empatía, por su despecho temeroso, por su crueldad crispada. Menos fácil es salir incólume de su presencia: engañan con habilidad, confunden con maestría, y mediante el reproche parasitan nuestro impulso porque carecen de él. Guardaos de los que os hacen sentir culpables, no porque tengan razón, sino porque saben hacer que lo parezca.

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