martes, 23 de abril de 2019

Problemas mayores

Los problemas mayores, esos que comprometen la dignidad y el bienestar nuestros y de otros
, esos que rasgan como un hachazo la delicada urdimbre de los días y dejan ruinas y amenazan con llegar aun más lejos, los que nos quitan el sueño y minan el presente y enlodan el futuro, los problemas gigantes que lo trastocan todo son los que apelan con más premura a nuestra prudencia, a nuestra entereza, a nuestra ecuanimidad.

No podemos dirigirnos a ellos con la ligereza de lo habitual. Tenemos que echar mano de nuestros mejores recursos, y del apoyo de quienes pueden ayudarnos, siquiera sea para apoyarnos en los momentos en que flaqueemos. Cuando nos sentimos desbordados y duele nuestra vulnerabilidad, tiene que haber alguien que pueda tomar el testigo y ponerse en primera fila, mientras nos reponemos y hacemos acopio de nuevas fuerzas. Es entonces cuando no podemos permitirnos el lujo de estar solos o de pretendernos héroes. ¿De qué nos serviría despeñarnos, de qué les serviría a los demás que dependen de nosotros? Si nos sentimos cerca del límite, hay que pedir ayuda, hay que turnarse al frente, hay que sentir el apoyo y el aprecio que nos reconstruyen.

La vida nos pone a prueba y hay que responder. Necesitamos la mano amiga que contiene y empuja.

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