sábado, 11 de mayo de 2019

Cortesía

Por poco de moda que esté, hay que defender la cortesía.
Ella nos hace la vida más fácil y el mundo más suave, razones de sobras para nuestra gratitud. Tal vez una sonrisa cortés no salga del alma, pero no por eso es mentirosa, si no se le pide más que un buen deseo.

Necesitamos el amor en nuestra intimidad, pero en la calle o en el trabajo basta con una buena predisposición. Entre extraños o conocidos de compromiso solo nos hace falta saber que nadie es enemigo, que predominan las buenas intenciones. Sería absurdo pretender que un desconocido nos quisiera, o que se preocupara de nuestra salud: al fin y al cabo, en su mundo no somos más que una anécdota, o ni eso, una mera sombra. Pero un intercambio afable de miradas, un aire pacífico, un comentario sobre el tiempo dicen muchas cosas que confortan el alma: que se nos ve y se nos respeta, que podemos relajarnos porque no se nos quiere mal, que hay mucha gente que es como nosotros: que sufre y se alegra, que se pierde y se encuentra; que hay solidaridades que nunca se expresarán pero son posibles.

La cortesía es un amor tibio por los semejantes, es un respeto y una cordialidad que flotan en el aire, es mostrarse dispuestos a hacernos mutuamente la vida más llevadera y más grata: vive y deja vivir.

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